
Hace casi medio siglo, el Neua Tuna que se sirve en el restaurante Wattana Panich, de Bangkok, Tailandia, se reinventa sobre la base del mismo caldo. No en vano ya han bautizado la receta como guiso perpetuo. Sin exageraciones, la elaboración es una sopa de carne que lleva cocinándose sin interrupción por más de 45 años…Un verdadero desafío a todas las normas convencionales de la cocina moderna.
Cierto es que la curiosidad turística le impregnado un aire de incredulidad, sin embargo, el plato se basa en la técnica de las masas madre en panadería: se preserva siempre una parte del caldo original, que se alimenta cada día con ingredientes frescos, como carne de ternera, callos y especias.
El arte de no apagar nunca el fuego
El secreto del también llamado caldo eterno no radica solo en su prolongada cocción, sino en el minucioso ritual diario transmitido de generación en generación. La parte más curiosa del proceso es que el caldo restante que se usa como base para seguir avivando la receta se mantiene caliente durante la noche.
Eso sí, los propietarios aseguran que limpian la olla diariamente. El líquido se trasvasa, se higieniza el recipiente, y se preserva una parte esencial del caldo, manteniéndola siempre al calor. En esta espera sin fin, los ingredientes se descomponen lentamente, liberando esencias que se amalgaman día tras día, año tras año. De ahí que la filosofía que lo nutre es tan profunda como los sabores que regala: un plato fruto de décadas de saber y tradición.
Aunque no a tal magnitud, no es la primera vez que se crean recetas con una cocción de varios días, esta técnica se remonta a la época medieval en europa cuando se mantenían calderos donde se cocían sopas durante semanas.