
Mientras los bares y cafeterías intentaron reinventarse en el inédito lunes sin electricidad en España, las cocinas de los hogares vivieron su propia pequeña odisea. Porque cuando no hay luz, ni microondas, ni vitrocerámica —y a veces ni agua caliente—, la despensa deja de ser un lugar de confort para convertirse en un espacio de subsistencia. En ese punto exacto entre la necesidad y el ingenio, nace la gastronomía de crisis.
No es algo nuevo, ni siquiera tan remoto, pero tras la electrificación masiva de la vida, cada vez que hay que volver a la vieja usanza se torna más difícil. Toca cambiar las reglas del juego.
Conservas, el comodín de siempre
Hay un popular refrán cubano que dice “guardar pan para mayo”, pues en el caso de España, mayo se adelantó y fue preciso sacar esos insumos que generalmente tenemos en casa como “por si acaso”. Con los fogones fuera de combate, muchos tiraron de lo básico: latas de mejillones, atún, maíz, berberechos, garbanzos o bonito. Pero no todo se limitó a abrir y servir. La urgencia también puede sacar lo mejor del ingenio culinario.
Por ejemplo, una crema de maíz dulce se logra simplemente licuando el maíz de una lata con un toque de aceite de oliva con requesón y, si te gusta el picante, algunas rodajas de chile. Para los amantes de los mariscos, con los mejillones se puede preparar un sencillo sándwich añadiendo una fina capa de alioli con limón o incluso una ensalada de atún con queso blanco que no precisa siquiera de equipo electrodoméstico.
Otra opción creativa es la hamburguesa de bonito. Para ello se deben mezclar dos latas de bonito con pimientos del piquillo en conserva y pan rallado, forma pequeñas hamburguesas, rebózalas en huevo y pan y fríelas.
Barbacoa, gastronomía a fuego vivo
Para quienes disponían de una terraza, un jardín o un espacio abierto, la barbacoa supone la mejor aliada. Ya sea de carbón, gas o leña, este aparato de cocina tradicional permite no solo mantener el calor, sino también seguir cocinando desde verduras a la brasa hasta carnes o bocadillos calientes. La auténtica prueba de que el fuego —el de verdad— sigue siendo una opción viable, especialmente en contextos de emergencia.
El poder del Sol en las cocinas
Aunque no es una opción masiva como la elaboración a partir de conservas también la energía solar ha derivado en una cocina de cocina a través del sol. Para ello se precisa de concentradores parabólicos. Se trata de un tipo de colector ecológico capaz de concentrar la energía solar en un área reducida, y que permite alcanzar temperaturas de hasta 220°C, suficientes para cocinar cualquier alimento, desde carnes hasta verduras.
Entre los tipos de cocina solar, se halla la cocina directa la cual cocina los alimentos colocándolos en el punto focal de la energía solar, las de vapor, que aprovechan el calor del sol para evaporar agua, cocinando los alimentos en un ambiente húmedo y a baja temperatura y, finalmente, las cocinas de caja o tipo horno con una cocción lenta y uniforme, ideal para estofados y guisos.