La gastronomía castellanoleonesa llora la pérdida de un referente como Martiniano Palomero, quien, desde su primer asador de Aranda de Duero (Burgos), popularizó el lechazo al horno como sabor estrella de Castilla y León.
Lee: Castilla y León celebra su día: gastronomía, vinos y raíces en cada bocado
Un camino de más de medio siglo con el lechazo como estrella
A los 91 años, Palomero ha fallecido dejando atrás un legado gastronómico amplio, cultivado y muy apreciado. El restaurador hizo de embajador del lechazo asado al horno de leña, que la comunidad sigue reivindicando, aunque su trayectoria fue larga y curtida desde mediados del siglo XX. En 1970 abrió el Hotel Julia junto a su mujer Julia del Cura y, en 1983, el emblemático Asador El Roble.
Con este restaurante, abrió una cadena de establecimientos especializados en carne con una filosofía clara: respeto al animal, a la naturaleza y a la tradición de las elaboraciones de siempre. Así, los Asadores de Aranda se convirtieron en referencia del lechazo, con epicentro en la provincia de Burgos.
La pasión de Palomero por el vino DO Ribera del Duero lo llevó a inaugurar las bodegas Uvaguilera y Riberalta.
Te puede interesar: Bodegas con encanto, cuando el vino se convierte en experiencia
La misión de Palomero: la difusión de los sabores arandinos
Un par de restaurantes más en el entorno de Burgos fueron el Castillo de Izán en Gumiel de Izán y el Lagar de Milagros en Milagros.
Otros iconos divulgados por Martiniano fueron la morcilla, la torta o el congrio a la arandina, ampliando su conocimiento a las capitales españolas como Madrid y Barcelona, y a provincias como Sevilla, Valencia, Oviedo, Zaragoza o Bilbao.
El legado familiar Palomero traspasa fronteras
Más allá, el legado familiar de la hostelería también quedó patente, con unos hijos que siguieron los pasos de Palomero. Bajo el modelo de franquicia, aumentaron su área de influencia abriendo asadores en Doha, Dubái y Abu Dabi.
