El servicio del champagne

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El servicio del champagne

Primero deberá escoger una copa especial para este vino. Por lo general son largas, de tallo alto y en forma de flauta. Algunas en óvalo alargado o en forma de cono. Lo importante es que permita la fácil manipulación del líquido y el lento y delicado movimiento de las burbujas hacia la superficie.

Entre más finas, delicadas y constantes las burbujas, de mejor calidad es el vino. Aunque como vimos anteriormente, también depende del método de elaboración empleado.

El Champagne se sirve muy frío y se debe mantener a esa misma temperatura mientras se consume.

Contrario a lo que la mayoría de nosotros hacemos, la botella se debe destapar con el menor ruido posible. No debe estallar.

Las razones son varias. Una de ellas es el peligro que ofrece la presión con el que el corcho es despedido del envase si llegase a alcanzar a algunos de los comensales. Otro error es permitir la pérdida de parte del preciado líquido para luego excusarnos diciendo que “eso es buena suerte”. Si calculáramos el costo por centímetro cúbico de algunos de estos vinos, pensaríamos todo lo contrario.

Para servirlo correctamente, al sacar la botella de la nevera, colóquela sobre una mesa y cubra el corcho con una servilleta. Dele unas 6 o 7 vueltas al alambre que cubre el bozal del corcho hasta soltarlo totalmente (el número de vueltas depende del fabricante, por ejemplo Moët et Chandon solo requiere de 6 vueltas exactas para soltarlo), sosteniendo firmemente con la mano contraria el cuello de la botella y manteniendo siempre con presión su dedo pulgar sobre el corcho y la servilleta.

Una vez liberado el alambre (recuerde que este es el seguro para que el corcho no estalle por la presión del gas carbónico), continúe haciendo presión sobre el corcho, levante la botella con la mano libre y gire un cuarto de vuelta la botella manteniendo firmeza en el corcho.

Repita esta acción suavemente, las veces que sea necesario. Sentirá que poco a poco el corcho irá saliendo y que suavemente llegará hasta el final de su recorrido expidiendo una suave bocanada de gas al retirarlo definitivamente.

No habrá ruido y mientras que sostenga la presión con el dedo y la servilleta, evitará y reducirá cualquier tipo de riesgo que pueda existir.

Posteriormente, coloque la mano bajo la botella para tener mejor control al servir. Dando la cara de la etiqueta frente al comensal, vierta lentamente el vino en la copa evitando que la espuma reboce el borde y se vierta por fuera de la misma. Sirva no más de la mitad de la copa, dando prioridad a las damas y posteriormente al resto de los invitados, dejando de último al anfitrión.

Una vez servido, solo le queda cerrar los ojos y soñar. ¡Disfrútelo! Eso sí, con moderación.