
Cuando en 2010 el Líbano e Israel se disputaron el título del plato de hummus más grande del mundo, se abría nuevamente la polémica sobre su nacionalidad. Aunque hoy deviene uno de los platos más antiguos y nutritivos de la cocina de todas partes, fue el Levante árabe su cuna. Es así que países como Líbano, Palestina, Siria, Jordania, Turquía, Egipto e Israel lo reclaman como propio.
Hummus, una guerra de cucharas (y toneladas)
La historia del récord mundial comienza en 2009, cuando Israel elaboró un gigantesco hummus de 4.000 kilos, con la intención de inscribir su nombre en el libro Guinness y, de paso, afianzar la idea de que este plato forma parte inseparable de su patrimonio culinario. Como era de esperar, al otro lado de la frontera, el gesto fue interpretado como una provocación.
La respuesta llegó tan pronto como mayo de 2010, desde el Líbano. Su vecino norteño respondió con un hummus de más del doble, nada más y nada menos que 10.452 kilos, preparado por el reconocido chef Ramzi Choueiri junto con 300 estudiantes de la Universidad Al-Kafaat, que trabajaron durante horas para lograr el desafío. La elaboración se sirvió en un plato de más de siete metros de diámetro, diseñado por el arquitecto Joe Kabalan. La receta incluyó 8 toneladas de garbanzos cocidos, 2 toneladas de tahini, 2 toneladas de zumo de limón y 70 kilos de aceite de oliva.
No obstante, a pesar de las disputas, también hay consenso: el hummus une. Es una preparación común en la mesa de musulmanes, cristianos y judíos. De hecho, es el eje de celebraciones religiosas, comidas familiares y actos diplomáticos.
Sin ánimos de suplantar identidades, hoy el hummus es sobre todo un plato universal, presente en las mesas y supermercados de Europa y América tanto en versiones clásicas o innovadoras: con remolacha, aguacate, aceituna, incluso chocolate. Sean en desayunos o cenas, siempre será bienvenido.