
Cuando la voz de la conciencia habla desde dentro, puede ser Pepito Grillo… o un poco de hambre. Y de alguna forma, relacionar el apetito con el grillo no parece tan complicado, aunque esta vez, ni siquiera hablamos de insectos. Este grillo no es un artrópodo, sino uno de los pintxos más añejos de Bilbao. Fiel compañero de la gilda, el grillo es una combinación de patata, cebolla, lechuga y tal vez, una osada aceituna insertadas en un pincho de madera.
Aunque ha estado en grave peligro de extinción, hace unos años que la población de grillos se ha doblado en las barras de los bares bilbaínos. Aunque su preparación pueda parecer simple, cuando se elabora con ingredientes frescos y de calidad, se convierte en un aperitivo irresistible que invita a seguir de bar en bar en busca del siguiente.
El renacimiento del grillo
Mientras que su compañera gilda es algo más ‘jovenzuela’, nacida en los 40, y ha perdurado en el tiempo, tornándose hoy la más famosa de Bilbao, el grillo la acompañó durante mucho tiempo. Eso sí, antes de los 80. hasta hace no tanto, el único vestigio que quedaba de este aperitivo estaba impreso en las páginas del libro De Bilbao de toda la vida (2011). Jon Uriarte lo escribe y Tomás Ondarra lo ilustra a sabiendas de que el grillo nació en los años 20, como buena estrella de Hollywood, solo que en Bilbao.
En realidad, no sabemos quien fue el creador del grillo, así que tampoco se conoce la fecha exacta. El cocinero Paul Ibarra, de Los Fueros de Bilbao, lo ha recuperado en su menú porque lo recuerda en su infancia y dicta unas normas como que los ingredientes deben ser frescos, no vale cualquiera, ni ninguno del día anterior o que sobre de otra receta. El grillo es uno y propio.
Cri-cri suena al morder el grillo
El nombre del grillo también da pie a diferentes teorías. Algunos sostienen que se debe al crujido al morderlo, similar al sonido de los grillos en una noche de verano. Otros, aunque en menor número, creen que los ingredientes del pintxo se asemejan a la dieta de este simpático insecto.
Eso sí, su nombre no deja indiferente: más de uno se ha sobresaltado al escuchar "grillo" sin saber qué le espera. Pero quienes lo prueban, descubren un manjar old-school, donde la humildad y el sabor se unen para ofrecer un espectáculo gastronómico con sello bilbaíno.
Un elemento de discordia: la aceituna
Un detalle curioso que genera discusión es la presencia (o no) de la aceituna. Hay quienes consideran que ponerle aceituna es un acto de atrevimiento, mientras otros prefieren sustituirla por un buen chorro de aceite de oliva virgen extra. Sea cual sea la versión, el grillo está de vuelta y dispuesto a conquistar paladares.