Disfrutar un habano es como disponerse a transitar por un sendero pletórico de sugerencias.
Habanos
Desde que el dios Bayahamaco, según los indios taínos, le dio el tabaco a los hombres, muchos han sido los usos que esta planta ha tenido en todo el mundo, y de ellos su utilización como medicina ha sido uno de los más frecuentes.
Sólo el amor engendra la maravilla dice el texto de una afamada canción de Silvio Rodríguez. Y es que ese amor eterno entre el Habano y el Ron, amor a primera vista, es el fruto de una misma madurez.
Dicen las leyendas, que por fin de año los romanos invitaban a comer a sus amigos y se intercambiaban miel con dátiles e higos para que pasase el sabor amargo de las cosas y que el año que empezase fuese dulce.
Un buen sommelier e incluso los mismos amantes de los puros deben estar atentos al tipo de almuerzo o cena consumido, antes de pasar a la sobremesa y elegir el cigarro correcto
Fortaleza, sabores, olores, dimensiones, tiempo de fuma, armonías, todo eso y más golpea las sienes del sommelier cuando debe recomendar un Habano a un cliente.
Más allá del mero placer de fumar, degustar un habano es todo un rito que atrapa con encanto misterioso a neófitos e iniciados en el exquisito mundo gourmet.
Un buen Habano no revela sus secretos a cualquiera. Se precisa aguzar los sentidos, disponer el ánimo y dejarse llevar por el secreto encanto de cualquier vitola, ya sea un conocido Cohiba, un Montecristo o un Romeo y Julieta.
Aunque predominan los hombres entre los consumidores de habanos, la nueva vitola Julieta de la marca Romeo y Julieta, presentada en el XII Festival del Habano, constituye un gesto de complicidad de Habanos, S.A con la mujer, parte esencial y decisiva de la historia y el presente de este producto tradicional cubano.
La Cata Técnica o Degustación Sensorial de los Habanos se llevan a cabo en las fábricas, o galeras cubanas generalmente por un grupo de gran experiencia cuyos miembros están acostumbrados a fumar muchos y muy diferentes tipos de tabaco.