M’Alegra, la ginebra feliz de Valencia

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Gabriela Sánchez
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M’Alegra

A pequeña escala y sin artificios. Así se planteó la joven marca M’Alegra homenajear a Valencia, la tierra que la vio nacer y de la cual brota el fruto protagonista de su ginebra: la naranja. Fundada en 2022, M’Alegra deriva de la idea de Elizabeth Bravo y su marido José Vicente César quienes apostaron por tanto desarrollar el producto como distribuirlo. Su filosofía se basa en la sostenibilidad y la cercanía al territorio, pero sobre todo en la tranquilidad que inspira saber qué estás bebiendo y hacerlo con tranquilidad.

Recientemente se han estrenado fuera de su provincia natal, tras participar en su primera feria internacional la Spain Rum & Gin Expo 2025 celebrada en Madrid. La marca surgió literalmente en medio de la huerta valenciana, rodeada de naranjos. Según cuenta Bravo, la idea de usar esta fruta como base nació también del deseo de ayudar a los agricultores mayores que aún cuidan pequeñas parcelas y huertos. Muchos de ellos ya no tienen quien continúe con el trabajo, y recibir un pedido de 100 o 200 kilos de naranjas es, en palabras de Elizabeth, “alegrarles el día”.

Entre las virtudes de esta ginebra, destaca su suavidad y buena receptividad, además de que no usa ni azúcares añadidos, ni conservantes ni colorantes. 

“Como madre, para mí es fundamental poder salir una noche, tomar una copa y levantarte al día siguiente con energía, lista para cuidar de sus hijos y cumplir con sus responsabilidades”, comentó a Excelencias Gourmet. 

A partir de maceración una base alcohólica macerada en enebro y cereales, M’Alegra somete la ginebra a una segunda maceración con piel de naranja 

Huerta valenciana en copa

El proceso de elaboración parte de una base alcohólica macerada en enebro y cereales. Se utiliza un alambique, donde el alcohol se evapora a unos 80 °C —temperatura menor que la del agua—, generando un vapor que luego se condensa y destila. A partir de ese líquido base, se realiza una segunda maceración con piel de naranja y otros botánicos. Solo se usa la piel —sin la parte blanca, para evitar el amargor excesivo— y, en una etapa final, se incorpora ligeramente parte de esa zona blanca para aportar un toque equilibrado.

En un alambique de 700 litros se emplean unos 200 kilos de naranjas. Aunque no tienen la equivalencia exacta por botella, estiman que cada unidad (de 700 ml) contiene unos 20 gramos de piel de naranja. No obstante, ha comenzado a experimentar con el aprovechamiento del resto de la fruta. Entre los productos que ya están desarrollando se encuentran sales aromatizadas con naranja y ginebra para cócteles, un naranjelo inspirado en el clásico limoncello, e incluso una versión casera del tradicional cóctel “agua de Valencia”.

Credito
Gabriela Sánchez

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