¿Sabías que comer insectos se llama entomofagia? Así sabrá el futuro

Creado:
Autor:
Credito
Gabriela Sánchez
Categoría
Insectos comestibles servidos en un plato gourmet, ejemplo de entomofagia moderna y sostenible.

La entomofagia, es decir, comer bichos como chapulines o gusanos de bambú, no solo tiene raíces ancestrales sino que hoy se confirma como una alternativa sostenible, rica en proteínas y esencial para la seguridad alimentaria del futuro. Descubre sus beneficios, desafíos y presencia global.

¿Bichos en el plato? No tan raro como parece

Queridos lectores: puede que a más de uno le vuele la cabeza, pero comer insectos ya no tiene nada de exótico. Más de 2.000 millones de personas en 113 países lo hacen de forma habitual. Proteicos, versátiles y —aunque cueste creerlo— sabrosos.

Chapulines en México, gusanos de bambú en Tailandia, hormigas culonas en Colombia… y así sucesivamente. Una práctica ancestral que hoy gana adeptos en la alta cocina, con risottos de hormigas o bombones de larvas, e incluso en el food retail, en forma de snacks, barritas energéticas, harinas y hamburguesas.

Te puede interesar: Hormigas, escorpiones, gusanos y saltamontes, sugerentes ingredientes de la cocina prehispánica por chef mexicano Jorge Orozco

Aunque lo más interesante no es solo lo cultural, sino lo medioambiental: los insectos requieren menos agua, menos espacio y generan menos gases que el ganado tradicional. No son una moda ni una excentricidad, sino más bien, una respuesta. A la sobrepoblación, a la escasez de recursos, al cambio climático y, por qué no, a la monotonía del filete con patatas.

Según la FAO, en 2050 las personas en hambruna superarán los 9.000 millones. De ahí que en buena medida la solución a ello sea recurrir al consumo de alimentos cuya crianza u obtención sea expedita y sin grandes recursos.

¿Por qué en Occidente nos da asco comer insectos?

Aunque en Europa la revolución de los insectos ya ha tocado a la puerta, con ejemplos tan claros como grillos con cebolla ahumada, gusanos con ajo y hasta cervezas con sabor a larva, la legislación aún restringe su comercialización por cuestiones de control higiénico. De la misma forma, muchos comensales aún les hacen rechazo por no ser capaces de verlos como alimentos.

“La mayoría no quiere ver ojos de escarabajo mirándole desde el plato.”

Y es que alrededor de ellos el imaginario social no es muy alentador gastronómicamente hablando. Han estado asociados a lo negativo: suciedad, plagas, repulsivo o incluso peligroso.

Harina de grillos o joyas en el plato

Así, para quienes no hemos crecido entre chapulines fritos, se ha potenciado la entomofagia a través de la inserción de los insectos pulverizados como harina  o proteína en polvo, haciendo posibles lo mismo un brownie de grillo que helados o suplementos prebióticos. No obstante, para muchos la solución no es camuflarlos, sino hacerlos protagonistas.

Otro rostro se exhibe en Tailandia, por ejemplo, donde existen más de 20.000 granjas de grillos y restaurantes especializados en esta comida como Akkee o The Insect Experience. En ellos nadie podría osar en llamarles bichos, se desdoblan en platos donde son indiscutiblemente joyas: orugas fritas, curry de huevos de hormiga, hamburguesas con un 15 % de grillo, por solo mencionar una parte de su extenso menú.

 

¿Comer gusanos será normal en 2050?

La clave, explican los expertos, está en superar el bloqueo mental. Igual que hace décadas nadie imaginaba tomar leche vegetal, beber vino sin alcohol, ni comer helados salados, llegará un momento en que un snack de gusano sea tan normal como una bolsa de pipas.

“La buena noticia son sus múltiples virtudes nutricionales y su papel en una gastronomía sostenible. De momento, esta escritora no ha podido probar bocado. Pero sabe que tarde o temprano, esos ‘bichos’ serán parte del menú global.”

Artículos relacionados

Credito
Gabriela Sánchez