
La cocina cada vez más encuentra espacio en el arte. Los ejemplos serían incontables, desde el menú Octavo de creado por Quique Dacosta, en claro homenaje a la gastronomía como forma de expresión artística, hasta la creciente presencia de la gastronomía en ferias de arte contemporáneo como ARCO o Art Madrid.
En ese contexto se enmarca la primera Residencia Artística de la Fundación Azar, donde la cocina compartió protagonismo con la escritura y la fotografía como vehículo narrativo y sensorial. La repostera María Gallemi fue una de las creadoras seleccionadas, y con ella conversamos sobre lo que significa cocinar para contar, y crear arte.
¿Con qué propuesta llegaste?
La propuesta inicial trazaba una línea imaginaria frente al mar. La conformaban tres elementos clave: la hoja de pino, el liquen y las algas. El liquen, justamente, me permitía entrelazar los elementos para hacerlos dialogar entre ellos. Todo ello, agrupado bajo un mismo concepto, dio nombre a Escorça (corteza en català, mi lengua materna).
2. ¿Crees que la cocina —y en particular la repostería— puede ser una forma de expresión artística al mismo nivel que la pintura, la literatura o la música? ¿Qué particularidades ofrece?
Sin duda alguna. Quizás lo único que se llegó a debatir es si la cocina puede ser obra per se. En mi opinión, puede serlo. Seguramente, compartir de la mano y a través de la mirada de Javier Rebollo me ayudó a comprenderlo… y me ayuda a encarar futuros retos.
En mi opinión, la particularidad más excepcional del dulce es que nos conecta con el goce y el cariño. ¡Algo que, además, se puede hacer sin necesidad de usar azúcar! Aun así, soy partidaria de que un postre no sea siempre únicamente dulce de manera evidente.
3. Últimamente se han dado muchas propuestas híbridas entre arte y gastronomía (como la galería Morfo, o incluso en ferias como ARCO, Art Madrid). ¿A qué crees que responde esta tendencia?
Creo que tenemos ganas de evolucionar y trabajar con todo aquello a nuestro abasto. O, por lo menos —hablo por mí—, fantaseamos con la posibilidad de plantearlo. A mi parecer, todo aquello que nos ofrece trabajar con y a través de los ingredientes nos provee sensaciones conectadas con el hecho de arraigarnos de un modo u otro.
4. ¿Es el arte parte de tu lenguaje creativo diario como repostera?
Soy una artista distraída, y es eso precisamente lo que me permite ser artista. Cualquier elemento externo me llama la atención; luego, al internalizarlo, emerge el plato u obra, según el caso. Cualquier aroma, lectura, fotografía, conversación o textura me hace saltar inevitablemente hacia lugares relacionados con la comida.