
Julio no es solo el mes patrio del Perú. Es también el momento ideal para rendir homenaje a una de las cocinas más fascinantes, complejas y diversas del mundo: la gastronomía peruana. Cada año, al celebrarse el 28 de julio la independencia del país, millones de peruanos –dentro y fuera de sus fronteras– celebran no solo su historia política, sino también su identidad cultural a través de su cocina.
Y es que en Perú, la cocina no es solo parte de la cultura: es una forma de ser, de vivir y de compartir. Es identidad y es herencia. Es innovación y es territorio. Y hoy, más que nunca, es también referente internacional de excelencia gastronómica.
La riqueza de la cocina peruana se explica por varios factores: su increíble biodiversidad (con más de 3.500 variedades de papa y cientos de especies endémicas), su geografía contrastante (costa, sierra y selva), y su historia multicultural, que ha sabido integrar aportes indígenas, coloniales, africanos, chinos, japoneses e italianos, entre muchos otros.
Este mestizaje ha dado lugar a una cocina versátil y en constante evolución, con emblemas como el ceviche, la papa a la huancaína, la causa limeña, el lomo saltado, el ají de gallina o el refinado cuy chactado. Pero también con propuestas contemporáneas que hoy marcan tendencia mundial.
Un liderazgo consolidado a nivel mundial
No es casual que Perú haya sido reconocido, durante más de una década, como el mejor destino culinario del mundo por los World Travel Awards, o que haya tenido durante años a varios de sus restaurantes entre los mejores del planeta según el The World’s 50 Best Restaurants.
En 2023, el restaurante Central, de Virgilio Martínez y Pía León, fue elegido como el mejor del mundo, consolidando a Lima como una de las capitales gastronómicas del siglo XXI. Este 2025, el reconocimiento a Maido, de Mitsuharu Tsumura, como mejor restaurante del mundo, y con Kjolle en la novena posición, además de Mérito en el puesto 26 y Mayta en el 39, se confirma que Perú no solo tiene productos y tradición, sino también liderazgos con visión global.
Durante todo el mes de julio, las celebraciones patrias en Perú se llenan de actividades en torno a la gastronomía: ferias regionales, festivales de comida típica, concursos de cocina, homenajes a la gastronomía ancestral, y menús especiales en restaurantes de todo el país y del extranjero.
Pero más allá de los festejos, julio es también una oportunidad para reflexionar sobre el impacto de la cocina peruana en la economía, el turismo, la identidad y la diplomacia cultural. Cada plato peruano que se sirve en Nueva York, Madrid, Buenos Aires o Tokio, es una embajada de su historia y de su territorio.

La cocina como motor de desarrollo
Desde hace años, Perú ha comprendido que su gastronomía es una herramienta poderosa para el desarrollo sostenible. Proyectos como Mater Iniciativa, liderado por Pía León y Virgilio Martínez, han demostrado que se puede hacer cocina de alta gama respetando a las comunidades, revalorizando productos olvidados y generando riqueza local sin perder autenticidad.
Asimismo, iniciativas como las de Gastón Acurio –verdadero embajador global de la cocina peruana– han sido clave para que jóvenes de todas las regiones encuentren en la gastronomía una vía de progreso, autoestima y pertenencia.
Perú no solo ha logrado colocar su cocina en la cima del mundo. Ha logrado hacerlo desde el orgullo, la inclusión y la diversidad. Ha entendido que su riqueza no está en replicar modelos foráneos, sino en mirar hacia dentro, rescatar lo propio y compartirlo con el mundo.
En este julio de celebraciones, invito a todos los amantes de la gastronomía iberoamericana a redescubrir la cocina peruana. A saborear no solo sus platos, sino también su mensaje. Un mensaje de unidad en la diversidad, de respeto al territorio, y de apuesta por el futuro desde el fogón.
Porque si hay un país que ha hecho de su cocina una marca país, un motor de innovación, y una expresión auténtica de identidad, ese país es, sin lugar a dudas, Perú.
Firmado por Paloma Bermúdez de Castro y Rafael Ansón