La Ruta de la Seda renace como destino enoturístico global

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Entrevista Alla Peressolova Ruta de la Seda y enoturismo

La Ruta de la Seda no es solo un antiguo camino comercial; es un hilo conductor entre civilizaciones. Recorrerla implica seguir las huellas de comerciantes, exploradores, artesanos y sabios que, durante siglos, conectaron Oriente y Occidente, desde Xi’an hasta Estambul, pasando por Samarcanda, Bujará, Teherán o Kashgar. En el marco de la II Cumbre Global de OMET 2025, Grupo Excelencias tuvo la oportunidad de conversar con Alla Peressolova, exdirectora del Programa Ruta de la Seda de la Organización Mundial del Turismo.

Para comprender su dimensión en el ámbito del enoturismo, debe entenderse que la Ruta de la Seda fue también un viaje de sabores, que hoy renace bajo múltiples formas: rutas turísticas, iniciativas culturales, corredores comerciales y proyectos de cooperación internacional. Su recorrido invita a reflexionar sobre la globalización, la sostenibilidad y los nuevos diálogos entre regiones.

La especialista destacó que la importancia de Yantai radica en haber sido históricamente un enclave marítimo clave de la Ruta de la Seda, fundamental para el desarrollo del comercio internacional desde tiempos antiguos, hoy modernizada y punto fundamental para el enoturismo mundial.

Enoturismo, ¿en la Ruta de la Seda?

Primero, debo explicar que la Ruta de la Seda no es una sola, sino muchas rutas. La UNESCO, por ejemplo, investiga más de 200.000 kilómetros identificados como parte de esta red. Cuando establecimos el programa en la Organización Mundial del Turismo, observamos que era muy conocida por su misterio, pero no se conocía con claridad su impacto real en el turismo.

Por eso hicimos un estudio y descubrimos que era la marca más fuerte del sector: estaba presente en el 30 % de las conversaciones de viajeros en más de 300.000 redes sociales analizadas. 

Hallamos datos fascinantes: el 61 % de los viajeros quería visitar ciudades antiguas como Samarcanda, Bujará y otras emblemáticas de la Ruta. Además, un 44 % mostraba interés en la gastronomía, considerada parte del patrimonio común de la Ruta de la Seda y con un enorme potencial narrativo.

Vimos que se podía hacer mucho storytelling conectando gastronomía, vino y turismo. De hecho, nuestra primera conferencia mundial sobre la Ruta de la Seda se centró precisamente en los sabores del camino y en cómo funcionan como motor turístico. Es un intercambio cultural apasionante, considerando que incluso las vides viajaron por esta ruta. El vino es otro elemento común y, hoy en día, es parte de la cultura. Y dentro de esa cultura, hablamos claramente de turismo moderno.

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¿Puede haber también una ruta enoturística con capacidad y calidad dentro de la Ruta de la Seda?

Muchos países a lo largo de la Ruta de la Seda utilizan esta marca para promover su turismo de vino y gastronomía. Sin embargo, existe aún un enorme potencial por desarrollar. Crear rutas bajo una marca tan potente ayuda a conectar los recursos turísticos de manera más eficaz. Un buen ejemplo es Georgia, que ha logrado utilizar esta narrativa de forma fascinante: un país con más de ocho mil años de historia vinícola, que ha sabido integrar el vino en su turismo y en su estrategia de exportación.

¿Qué valor tienen los eventos?

Creo que lo que ha surgido en esta conferencia de OMET es muy importante. Por un lado, representa una oportunidad para intercambiar experiencias sobre lo que cada destino ha desarrollado, y realmente aprender unos de otros. Pero también es fundamental porque crea un ambiente de comunidad, de intereses comunes y de deseo de seguir desarrollándose en una misma dirección, con cooperación, co-creación y esfuerzos compartidos.

¿Crees que la certificación de OMET apoya el nacimiento o el crecimiento de destinos turísticos?

La certificación de OMET es una de las más avanzadas, ya que se basa en todos los criterios y estándares desarrollados por la comunidad internacional del turismo y está específicamente adaptada al turismo del vino.

Lo que más valoro de esta certificación, como especialista en turismo, es su enfoque dual: pone atención tanto en el visitante y su nivel de satisfacción como en la población local. Estos dos componentes son fundamentales.

En tu opinión, ¿Es útil y necesaria OMET Academy?

Sin duda. Es un proyecto que reúne el conocimiento ya acumulado en un sector tan importante como el turismo, pero también lo conecta con la práctica. No es solo académico desde el punto de vista de la investigación, sino que se orienta a la transferencia de conocimiento específico sobre turismo. Y estoy convencida de que este tipo de iniciativas serán clave en el futuro.

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