Ubicado en uno de los edificios más señoriales de la calle Velázquez, el nuevo Marconi es una oda al minimalismo sofisticado y neoyorquino, atractivo para celebrar comidas de negocio o cenas románticas.
La interiorista Sofía Olazabal, rinde homenaje a la cabaña gourmet más famosa de España, trasladando algunos de los elementos decorativos de Cabaña Marconi, como chimeneas de cristal, librerías y muebles de repostería a medida, en un espacio diáfano de dos plantas y cinco ventanas escaparates decoradas con latón dorado y apliques de bronce.
En los techos dominan las instalaciones esféricas parecidas a los ojos de buey de los barcos, que María Covarrubias ha convertido en puntos de luz tenues que iluminan los comedores.
No hay lugar de prestigio que no tenga secretos. En la planta alta de Marconi se esconde un privado con luces bajas y paredes blancas de estilo neo clásico, un ambiente ideal para los amantes de la discreción y el buen gusto.
El mobiliario de color oscuro hace contraste con el azul vaporoso de las paredes, decoradas con espejos redondos de metal.
Las mesas visten los típicos manteles vascos de rayas, un clásico de Cabaña Marconi que bien se adaptan a los comedores de un restaurante urbano y elegante.
La carta es la biografía de Marcos Olazabal Janson contada a través de los sabores y los platos que han caracterizado sus viajes y sus tradiciones familiares.
Un recorrido por el mundo que va desde las albóndigas suecas a la Burrata italiana, pasando por el cangrejo de Alaska y el Foi de las landas francesas.
