
En plena era digital, donde reservar una mesa es tan fácil como deslizar un dedo, ha surgido una práctica silenciosa que está generando debate entre los profesionales de la restauración: los clientes que hacen varias reservas para el mismo día y hora, en distintos restaurantes, y luego simplemente eligen en el último momento.
Esta costumbre, a menudo motivada por la indecisión, la improvisación o incluso el deseo de asegurar una “opción B”, está teniendo un impacto real y perjudicial en el equilibrio de muchos negocios hosteleros.
El coste invisible de un no-show
Para el comensal, cancelar en el último minuto o no acudir a una de las reservas puede parecer trivial. Pero para el restaurante, esa mesa vacía representa pérdida de ingresos, de alimentos preparados, de personal movilizado y de oportunidades para otros clientes. En un entorno en el que los márgenes son ajustados y la planificación es esencial, un hueco inesperado puede suponer la diferencia entre un buen día y uno malo.
El fenómeno no es nuevo, pero las plataformas online de reservas lo han amplificado, permitiendo a los usuarios gestionar múltiples reservas sin contacto humano, sin explicar nada y, muchas veces, sin consecuencias.
¿Dónde queda el compromiso?
Desde la restauración se empieza a hablar de la necesidad de una “cultura del compromiso”. Así como los restaurantes se esfuerzan por ofrecer calidad, puntualidad y servicio, se espera que el cliente responda con responsabilidad y respeto. Hacer una reserva implica una decisión, no un experimento de última hora.
Algunos locales han comenzado a responder: solicitan prepago parcial, retienen una tarjeta bancaria o exigen confirmación previa. Aunque medidas como estas pueden parecer restrictivas, buscan proteger una experiencia que involucra mucho más que un plato servido: incluye logística, equipo humano y hospitalidad.
Una reflexión para comensales conscientes
Detrás de cada restaurante hay un equipo que planifica con mimo la jornada: productos frescos, mise en place, turnos, expectativas. Una reserva fantasma, o duplicada sin cancelación, no solo desordena el servicio, sino que minimiza el esfuerzo y profesionalismo de quienes hacen posible cada experiencia.
¿No sería más sensato apostar por un solo lugar, dejarse llevar por la decisión y honrar el compromiso adquirido?
Caminos hacia una restauración más equitativa
En mi opinión, deberíamos ser capaces de ver un consumo gastronómico consciente, respetuoso y justo. La buena mesa no solo se celebra por su sabor, sino también por el equilibrio entre quien la ofrece y quien la disfruta.
Reservar en varios restaurantes para el mismo día puede parecer un gesto inofensivo, pero afecta directamente a la sostenibilidad de un sector que vive de la precisión y la confianza. Construyamos entre todos una cultura culinaria donde la hospitalidad sea correspondida y valorada.