Entrevista a Salvador Gutiérrez Alonso, jefe de ventas J.L. Blanco Industrias

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Por Ricardo Potts
Entrevista a Salvador Gutiérrez Alonso, jefe de ventas J.L. Blanco Industrias

En 1958, José Luis Blanco desarrolló la primera máquina automática para churrería basándose. Hoy, 53 años después, la empresa puede ofrecer un rango completo de las máquinas más avanzadas en el mercado y están presentes en más de 50 países.

Llevamos más de 50 años trabajando en el rubro de las maquinarias para churros, cada vez con nuevas maquinarias y ampliando el mercado. Actualmente estamos en unos 50 países, llegamos a Australia, Tasmania, Japón, Estados unidos, Canadá, Sudamérica, incluso en Africa, en Guinea Ecuatorial - afirma Salvador Gutiérrez a Excelencias Gourmet.

¿Entonces, parece que el churro se está globalizando?

Podría decirse pues estamos presentes con nuestra maquinaria en  todo tipo de modelos, desde la más avanzada tecnología hasta la manual más básica.

Es que además, aunque muchos no lo saben, el churro es un producto muchísimo más sano que cualquier otro de bollería en el mercado, pues muchos de esos suelen llevar aditivos, o grasas vegetales que no se sabe muy bien cuales son, pero el churro es exclusivamente agua, harina y sal. Desde luego, el aceite para freírlo tiene que ser de calidad.

¿Ustedes abarcan con sus máquinas todo el proceso de producción?

Efectivamente, desde el amasado, pasando por las máquinas para expulsar la masa y colocarlas dentro de la freidora, hasta la propia freidora. También tenemos máquinas para refinar la masa, pues una vez la fabricada necesita un refinado que generalmente se hace a mano, pero tenemos esta para grandes producciones.

Ofertamos también inyectoras, que se venden mucho internacionalmente para rellenar los churros con crema, nata, chocolate, etc. Igualmente tenemos máquinas específicas para rellenar buñuelos de viento, en definitiva toda la gama completa especializada en churrerías, desde una cafetería pequeña hasta producciones masivas para reparto, y ahora acabamos de sacar al mercado la freidora a gas.

¿Cómo calificaría usted el desarrollo de la compañía en estos 50 años, especialmente en estos últimos tiempos de situaciones económicas complejas?

En los últimos cinco años hemos crecido bastante, sobre todo por la incorporación de las freidoras que antes no las teníamos, pues el fundador de la empresa J.L. Blanco, comenzó inicialmente por la maquinaria de churros, pero una vez que incorporamos la freidora y nos metimos de lleno en el comercio exterior, hemos crecido mucho, también con las páginas que tenemos en Internet.

Este último año, a pesar de la crisis estamos llevando el mismo nivel de ventas que en años anteriores.

¿La maquinaria es española o importada?

La maquinaria es íntegramente española, diseño nuestro, fabricación y comercialización totalmente nuestra. Se fabrica en instalaciones que tenemos en Madrid y Valladolid.

Tenemos nuestro departamento de diseño técnico y toda la maquinaria homologada, incluso cumple  la normativa americana, podemos vender en todo el mundo.

Nuestras máquinas incorporan la última tecnología, pero respetan el proceso de elaboración tradicional de churros, porras, buñuelos y rosquillas, haciendo el trabajo artesano más cómodo y seguro, y el negocio más rentable.

¿Qué piensan de los mercados emergentes?

Van despacio,  porque lógicamente es algo que no conocen y son inversiones todavía para ellos un poco grandes, porque el euro para exportar es complicado. A pesar de eso, hemos logrado vender a China recientemente, en Japón se vende bastante e igualmente en Australia.

En Sudamérica menos, porque aunque el churro es más conocido, hay fabricantes locales, cuya maquinaria no es automática como las nuestras pero hace churros, por eso no tenemos tantas ventas en Sudamérica, realmente mucho más en Estados Unidos, donde trabajamos con varias franquicias, como en Canadá.

¿Qué perspectivas tienen para el futuro a mediano plazo?

Seguir exportando, pues ya vendemos nacionalmente en toda España, y creemos que el camino para seguir creciendo es la exportación.


 











 

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Por Ricardo Potts