
Con la llegada de mayo, Madrid se engalana para celebrar a su patrón, San Isidro Labrador, y lo hace al ritmo de chotis, con mantones de Manila y con una gastronomía popular que nunca pasa de moda. En esta fiesta declarada de Interés Turístico Nacional, la comida es un símbolo de identidad tan poderoso como la música o la vestimenta. Si hay algo que no puede faltar en esta cita castiza son tres productos esenciales: la oreja a la plancha, las patatas bravas y el queso de Campo Real.
Seguimos con nuestro abecedario gastronómico especial de San Isidro.
Oreja a la plancha: tradición y sabor
No hay tasca madrileña que se precie sin este manjar en su carta. La oreja a la plancha, cortada en trozos y cocinada con ajo y perejil, tiene ese punto crujiente por fuera y meloso por dentro que la hace irresistible. En fiestas como San Isidro, su aroma inunda las verbenas y casetas del parque de San Isidro, donde se sirve en platos de barro, acompañada de pan y un vino tinto de Madrid.
Patatas bravas: el picante que conquista paladares
Otro clásico infalible de estas fechas son las patatas bravas. Cortadas en cubos irregulares y fritas con maestría, estas patatas se sirven con una salsa que en cada local tiene su secreto. Algunas más suaves, otras con ese punto picante que hace salivar. En el barrio de La Latina, Lavapiés o en la Pradera de San Isidro, las bravas se han convertido en una religión gastronómica.
Queso de Campo Real: el acompañante ideal
Para quienes prefieren opciones más tranquilas, pero igual de sabrosas, el queso de Campo Real es el protagonista indiscutible. De pasta prensada, elaborado con leche cruda de oveja, este queso madrileño con siglos de historia es ideal para acompañar con un vermú bien frío. En estas fiestas, se sirve en las mesas de las romerías o se compra en mercados tradicionales como el de San Fernando o Antón Martín.
Gastronomía madrileña: herencia viva
La fiesta de San Isidro es una excusa perfecta para reivindicar una gastronomía madrileña que, aunque sencilla, está llena de matices y carácter. Estos tres productos —oreja, bravas y queso— no son solo platos típicos, sino parte del alma de Madrid, reflejo de su historia, su humor y su forma de celebrar la vida.
La cocina popular como patrimonio
Desde los bares más castizos de Chamberí hasta las casetas improvisadas en la Pradera, estos sabores nos recuerdan que la cocina popular también es patrimonio cultural. Y en fiestas como San Isidro, cada bocado es una declaración de amor a Madrid.
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