Café panameño, una joya mundial

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Por: Clemente Vega
Café panameño, una joya mundial

El café se ha posicionado firmemente a nivel mundial como el segundo producto más comercializado después del petróleo. Esto es fácil de entender si pensamos que es una de las primeras cosas en que pensamos al iniciar nuestro día. Es un acompañante clásico del desayuno, del camino al trabajo, de la reunión en la oficina, de la cita de negocios, del almuerzo, la recarga de estímulo a la media tarde, y el premio al finalizar la jornada.

Panamá se ha destacado a nivel mundial, durante la última década, en los certámenes de competición de la popular bebida, y ha ganado en más de siete ocasiones el premio al mejor café del mundo.

La variedad Geisha ha sido, sin duda, la que más ha contribuido a lograr este reconocimiento, y más recientemente el Pacamara también ha hecho su aporte. Ambas son las más buscadas por los compradores de cafés finos y por ende las mejor cotizadas también.

Pero la producción de café en Panamá, al igual que  la mayoría de los rubros agrícolas, enfrenta un gran desafío para mantener su sostenibilidad como actividad económica. Y es que aunque la calidad del café panameño es reconocida en cualquier plaza a nivel mundial, los precios internacionales no le hacen justicia y tristemente no llegan a cubrir los costos de producción.

Eso ha obligado a miles de productores a cambiar de actividad, de ahí que se haya reducido así el parque cafetalero en más de 50%.

La presión urbanística ha sido otro factor que ha incidido, así como la carencia de políticas estatales para apoyar y fomentar la actividad.

La producción de café es una de las actividades agrícolas que menos impactos negativos genera al medio ambiente y su ecología. Tanto es así, que el 100% de lo que genera su proceso industrial se convierte en un producto o subproducto. No hay generación de desechos ni líquidos ni sólidos, pues todo puede ser transformado en producto terminado, combustibles, materia de reciclaje, fertilizantes biológicos y hasta papel.

Además, los estudios demuestran que un cafetal es capaz  de capturar más carbono que un bosque ordinario.

Como actividad económica tiene uno de los efectos multiplicadores de la economía más notorios entre las actividades agropecuarias, y genera una gran cantidad de empleos en términos generales y de mano de obra no calificada.

Lamentablemente aun nuestros gobiernos no se percatan de que al desaparecer las actividades agrícolas como el banano, el arroz, la caña de azúcar y el café, entre otros, se está incubando un problema social. Esto sin mencionar el tema de la seguridad alimentaria.

Aun así, los productores de café siguen esforzándose en brindar un producto de primerísima calidad, el cual se destina principalmente a la exportación hacia los principales mercados de Norteamérica, Europa, Asia y Oceanía.

Internamente es muy bajo el consumo de cafés finos y no porque el consumidor no desee tomarse una taza de café tipo exportación. Esta limitante obedece a que los restaurantes y hoteles, por ejemplo, prefieren elegir precio antes que calidad, privando así a sus clientes de deleitarse con un producto de mayor calidad e inocuidad.

Personalmente considero que el café es un producto que les brinda suficiente margen como para poder ofrecer mejores bebidas, y apoyar de esta forma a la actividad cafetalera nacional como lo han hecho otros países, entre ellos Brasil, México, Colombia, Costa Rica y República Dominicana, por citar solo algunos en los cuales el turismo ha resultado ser un gran impulsador del consumo de cafés finos.

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Por: Clemente Vega