
Aunque durante mucho tiempo algunos la han menospreciado como un hijo bastardo en la mesa, las cervezas, con su variedad de matices y cuerpos, ofrecen múltiples posibilidades de maridajes con platos de todo tipo, y en ocasiones lo hacen incluso allí donde es difícil encontrar el matrimonio con un buen vino.
Su nivel de amargor, su sabor refrescante, su cuerpo e incluso la temperatura a la cual se sirvan –que no siempre tiene porqué ser fría- son elementos a tener en cuenta a la hora de servirnos de ella para cualquier maridaje.
Los ácidos, las salsas fuertes, los ahumados e incluso aquellos platos subidos en grasa siempre agradecen como compañía una buena cerveza, si bien hay que escoger entre la variedad de claras, rubias u oscuras para seleccionar la mejor a la hora de maridarlos.
Presentes en la mesa de casi todas las gastronomías del mundo, con una historia ancestral que parte desde las épocas más remotas del hombre, la cerveza ha sabido acompañar a las diferentes y más famosas cocinas del planeta, sin tener que ceder terreno a ninguna otra bebida cuando de maridajes se habla.
LOS ÁCIDOS
En un terreno donde muchos vinos ceden espacio, y solo algunos blancos fermentados en barrica o jereces son capaces de aguantar la agresión que nos produce en el paladar este ingrediente, la cerveza se enseñorea cuando se trata de escabeches, tanto de carnes como de pescados, logrando un equilibrio muy satisfactorio.
LAS VERDURAS Y SALSAS
El tomate, un elemento muy agresivo que abunda en pistos, guisos, cazuelas y otros, siempre agradecen una cerveza clara en el paladar.
Algo similar sucede con verduras que son incompatibles con el vino por su acidez, como la esquiva alcachofa, de profundos tonos metálicos.
LAS SALSAS
Otras salsas, como las preparadas a base de mostaza, o aquellas muy picantes y especiadas, encuentran en cervezas rubias un contrapunto refrescante, e incluso son ideales para atemperar la fortaleza de guindillas, chiles y pimientas, aunque también pueden suavizar la intensidad del cilantro y el gengibre, de ahí que sea tan buena acompañante de la cocina mexicana.
Una de las combinaciones ideales, la salsa ketchup acompañante de las hamburguesas, es todo un clásico por combinar bien con las cervezas gracias a su sabor intenso.
LOS AGRIDULCES
Aunque los platos agridulces de la cocina nipona y muchos de la china tienden a mirar hacia bebidas como el sake, las cervezas son muy agradecidas cuando se trata de preparaciones donde se usa la soja y el wasabi picante.
AHUMADOS, MARINADOS Y ASADOS
El tono específico de sabor que proporciona el lúpulo, así como las cebadas malteadas, especialmente en las cervezas más oscuras, van muy bien con los ahumados de carnes y pescados, así como con salchichas, salchichones y otros embutidos.
En el caso de los asados, las cervezas negras y fuertes son, sin duda, una experiencia para no olvidar.
PLATOS GRASOS
Las cervezas suaves y frescas, que limpian la boca, son ideales para platos grasos, especialmente en aquellos que llegan a saturar las papilas gustativas a tal punto que impiden captar sabores de bebidas de aromas complejos, como el vino, de ahí que sea tan apreciada para acompañar carnes como la de cerdo.
Es también una buena opción para acompañar los platos fritos e incluso los pescados azules y hasta los quesos más grasos y con tendencia a la acidez en su sabor.
CERVEZA COMO INGREDIENTE
Por supuesto que la cerveza es también desde hace mucho un ingrediente en variados platos, como el arroz a la chorrera, típico de Cuba, o como aderezo de asados de diferentes carnes, por lo cual muchos chefs la han incorporado como un ingrediente estrella en su recetario.