
Sin gluten, en la última década, los estantes de los supermercados se han llenado de productos etiquetados con esta expresión. Panes, pastas, galletas e incluso cerveza se han adaptado a un supuesto nuevo paradigma de alimentación saludable.
Pero ¿realmente es mejor evitar el gluten si no se tiene celiaquía? La evidencia científica indica lo contrario: eliminar el gluten sin causa médica puede perjudicar la salud.
¿Qué es el gluten y quién debe evitarlo?
El gluten es una proteína natural presente en cereales como el trigo, la cebada y el centeno. Para las personas con enfermedad celíaca, una condición autoinmune que afecta a cerca del 1% de la población mundial, el gluten causa daños en el intestino delgado y puede desencadenar síntomas como diarrea, pérdida de peso, fatiga o anemia.
También existen casos de sensibilidad al gluten no celíaca y alergia al trigo, menos frecuentes pero médicamente reconocidos. Sin embargo, fuera de estos diagnósticos clínicos, no hay justificación médica para evitar el gluten.
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¿Por qué se ha popularizado la dieta sin gluten?
Celebridades, influencers y ciertas tendencias de “bienestar” han promovido la idea de que eliminar el gluten ayuda a deshinchar, desintoxicar o mejorar la digestión. No obstante, la Academia de Nutrición y Dietética de EE.UU. y la Fundación Española del Aparato Digestivo (FEAD) han advertido que no existe evidencia científica que relacione la exclusión del gluten con mejoras en la salud de personas sanas.
De hecho, muchos productos sin gluten procesados contienen más azúcares, grasas o aditivos, y son nutricionalmente menos completos que sus equivalentes con gluten.

El riesgo de crear deficiencias nutricionales
Una dieta sin gluten mal planteada puede derivar en déficits nutricionales. El trigo y otros cereales que contienen gluten aportan fibra, vitaminas del grupo B, hierro y zinc. Al prescindir de ellos sin orientación profesional, se corre el riesgo de sustituirlos por alimentos ultraprocesados sin gluten, más pobres en nutrientes.
Además, al eliminar estos cereales, muchas personas dejan de consumir productos integrales, que son clave para una buena salud digestiva y cardiovascular.
Diversos estudios sugieren que quienes se sienten mejor tras dejar el gluten pueden estar experimentando un efecto nocebo inverso: el bienestar no viene del cambio real, sino de la expectativa de mejora. A menudo, los beneficios percibidos provienen de una reducción general de ultraprocesados y mejoras en la dieta, no del gluten en sí.
Lo que dicen los expertos
Organismos especializados como la Asociación de Celíacos de España (FACE) insisten: seguir una dieta sin gluten debe basarse en pruebas diagnósticas. Hacerlo sin control puede llevar al autoengaño, al gasto innecesario y a una pérdida de calidad nutricional.
La etiqueta "sin gluten" no es sinónimo de “más saludable” y puede generar una falsa sensación de seguridad respecto al valor nutricional de los productos.
El gluten no es el enemigo
Como ocurre con otros mitos nutricionales, la demonización del gluten responde más a una moda que a criterios médicos. En realidad, el gluten no es dañino para la mayoría de las personas. La clave está en la moderación, la calidad de los ingredientes y una dieta equilibrada y variada.
Si no tienes celiaquía, alergia o sensibilidad al gluten diagnosticada, no hay razón para renunciar al pan, la pasta o los cereales integrales.
Eliminar el gluten sin necesidad no mejorará tu salud y podría hacer lo contrario. La próxima vez que veas una etiqueta “sin gluten”, recuerda: lo saludable no siempre viene sin trigo.
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