Tuvo que pasar mucho tiempo, para que la civilización se percatara de que la mujer posee inigualables dotes para el mundo del vino, tanto por promover su consumo como eje de la familia, como en su disfrute por ser más sensible a los aromas, y poseer una inspiración y percepción inigualables para la cata.
Aunque ha sido el cómplice de parejas en noches románticas, el único testigo de deseos y promesas eternas de amor, el champagne se ha constituido en la bebida de preferencia para acompañar todo brindis de celebración y festejo, pero así mismo, en sabroso acompañante de días frescos, de Sol y de playa, o de cualquier otra razón.
Dado que se acercan días festivos, por compromisos especiales o por gusto personal, la tarea de comprar una botella de vino resulta difícil para los que se inician. Las licoreras o vinaterías cada día se agrandan más con marcas distintas, países y regiones nuevas, y sobre todo precios que oscilan en rangos bajos, medios, altos y extremos. La selección de un vino entre un millón resulta frustrante, además de tediosa.
El vino recorre la literatura, el teatro o las artes plásticas como eficaz catalizador de los relatos. Particularmente la obra de ese coloso de las letras universales llamado William Shakespeare (Reino Unido; 1564-1616) exuda el precioso y digestivo néctar por muchas de sus páginas.
En lo que respecta a vinos, la primera imagen que cualquier persona recibe en mente al mencionarse Portugal es la de sus oportos. La calidad de este vino fortificado ha marcado al país durante más de dos siglos. Sin embargo, en los últimos años el desarrollo alcanzado en sus vinos no fortificados ha llamado la atención de todo el mundo.
El alcohol vínico es un destilado de vino puro. Su característica principal es la alta graduación alcohólica y es el responsable directo de los vinos fortifi cados. Toda adición de este al mosto-vino elevará el nivel alcohólico del producto final. Por eso se le llama vino fortificado: un vino al cual se le ha reforzado su potencia alcohólica.
Pese al símil con el aceite de oliva con que el cual algunos lo comparan, el «jamón ibérico» tiene peculiaridades que lo distinguen de sus similares vecinos (léase jamones curados de Portugal, Italia y Francia).
Poseedor de un menor contenido de humedad, debido a su largo proceso de curación, que le confiere una textura más consistente, un sabor más intenso, y arraigada su producción como una tradición artesanal, este producto es sabroso e ideal para una alimentación sana y equilibrada.
La longevidad y plenitud de los vinos son temas cruciales para la sommelería moderna. Color del vino y variedades de uvas, regiones y países, añadas, tiempo de crianza o no, rotación, precio de venta e incluso maridaje, influyen en toda la actividad, pues cada uno de estos elementos determinará un servicio específico.
Horacio, poeta de la antigua Roma, alababa los grandes vinos añejos siempre que su mosto fermentado tuviera la consistencia suficiente como para resistir largos años de estancia en las ánforas de barro.
Aunque durante mucho tiempo algunos la han menospreciado como un hijo bastardo en la mesa, las cervezas, con su variedad de matices y cuerpos, ofrecen múltiples posibilidades de maridajes con platos de todo tipo, y en ocasiones lo hacen incluso allí donde es difícil encontrar el matrimonio con un buen vino.
Su nivel de amargor, su sabor refrescante, su cuerpo e incluso la temperatura a la cual se sirvan –que no siempre tiene porqué ser fría- son elementos a tener en cuenta a la hora de servirnos de ella para cualquier maridaje.
Se asevera que la venta de vinos en los restaurantes está en crisis. Argumentan que los clientes han cambiado sus preferencias por bebidas más económicas. Y aunque estas afirmaciones tienen algo de razón, la causa básica está justamente en que no se ha analizado profundamente el tema vino en la restauración actual.
En término de bebidas, los restauradores siguen pensando de igual manera que diez años atrás. Analizan y transforman los componentes del menú de comida así como sus precios, y obvian el otro elemento imprescindible: los líquidos acompañantes.
Integrado por sommeliers, maîtres, bartenders, cantineras, chef de cocina, periodistas, comerciales, y otra serie de profesionales, el Proyecto Mujeres del Vino trabaja desde el 8 de marzo de 2010, cuando se creó oficialmente en el Hotel Santa Isabel, con el ánimo de promover en la sociedad cubana una cultura del vino y la sommelería.
Una de sus principales impulsoras, la sommelier profesional Miriam Alfonso Sosa, también integrante del Club de Sommeliers de Cuba, conversa con Excelencias acerca de ese mundo femenino, que surgió por una pasión extraordinaria hacia el vino.