En ninguna casa iberoamericana podrá faltar al menos una vez por semana arroz y frijoles. No exagero en absoluto. Esta mezcla de granos entraña una conexión directa con la cultura y la tradición. Desde el Caribe hasta Sudamérica, se ha convertido en uno de los platos más emblemáticos de la región, pero no por ello se trata de una receta uniforme.
La llegada de los europeos a América supuso, además de un choque cultural, un intercambio de alimentos. El nuevo Mundo ofreció al viejo Continente una gran variedad de productos hasta entonces desconocidos pero, a su vez, recibió especies inexistentes en esa zona geográfica. Lo cierto es que la transmigración de productos entre ambas regiones cambió desde entonces y para siempre las características de sus gastronomías.