De entre los cócteles de frutas, pocos tienen una historia tan rica y misteriosa como el Clericot. Según la leyenda esta preparación data de la antigua civilización romana. En aquel entonces fue elíxir preferido en el culto a los dioses para celebrar la abundancia de la cosecha y la fertilidad. Aunque, también se dice que los celtas la usaban para festejar a Samhain, un caballero celta de la muerte. Ambas culturas coincidían en su amor por el vino mezclado con fruta.