Dice un viejo refrán: "De tal palo, tal astilla…", que de seguro se nos escapa a muchos cuando alguna consecuencia sale a flote. Cierto es que, todo invento responde a la necesidad propia o colectiva, y es fruto de la capacidad del inventor, aunque algunos resulten por casualidad.
La historia de Cuba está muy relacionada con el cultivo de la caña de azúcar. Tanto es así, que esta define las bebidas que se toman en esa tierra, los dulces que se comen, el paisaje rural, e incluso el predominio de un color de piel en muchos poblados. Ninguna otra planta influyó de manera tan determinante en la vida económica y cultural de la Mayor de las Antillas.
Poco más de cuatro siglos de colonización hispana, unido a sucesivas migraciones, principalmente de Islas Canarias, Galicia, Asturias y Cataluña, constituyeron potenciales constructos en los procesos culturales de Cuba.