La cocina y el cine son, en esencia, casi la misma cosa: despiertan emociones, activan la memoria y generan experiencias más allá de lo racional. Una a menudo inspira al otro y no son pocas las referencias del séptimo arte a la gastronomía. De hecho muchos hoy se consideran grandes clásicos. Hay títulos que se repiten una y otra vez cuando se habla de cine y comida, ya sea por su realismo o carga simbólica. Pero, cualquier lista de películas gastronómicas es siempre, por definición, profundamente subjetiva.
Así para algunos no hay ficción que pueda igualar a Ratatouille (2007), mientras otros le confieren el título de la mejor de todos los tiempos a Julie & Julia (2009) o Como agua para chocolate (1992). Este es nuestro top:
1. Ratatouille (2007)
Que una película de animación encabece muchos rankings no es casualidad. Ratatouille sorprende por su fidelidad a cómo funciona una cocina profesional: con jerarquía, presión constante, recetas reales, movimientos repetitivos e incluso quemaduras en los brazos. Esa es la razón de su popularidad, una representación avalada hasta por los propios chefs.
2. Julie & Julia (2009)
La siguiente película que lidera las listas también se inspira en la cocina francesa. La historia de la divulgadora gastronómica Julia Child se entrelaza con la de una bloguera que cocina para encontrarse a sí misma. De ahí que su mensaje triunfe por su premisa de aprender, equivocarse y perseverar, donde la gastronomía es motor vital.
3. Chef (2014)
De los éxitos más recientes se cuela Chef, un relato sencillo pero profundo. Habla de la pérdida y recuperación de la identidad creativa donde se planta una gran dicotomía: ¿abandonar el prestigio de la alta cocina o ser feliz cocinando en un food truck? La conclusión no es otra que la cocina como forma de libertad.
4. Como agua para chocolate (1992)
Esta ficción es la más romántica y poética que se haya filmado al menos hasta la fecha donde la cocina es protagonista. Basada en el libro homónimo de Laura Esquivel en ella la comida se vuelve lenguaje emocional. Es una lección de realismo mágico, que hace que cada plato transmita sentimientos reprimidos, deseo y frustración en una historia que ve la gastronomía como un acto de resistencia política y sentimental.
5. Comer, beber, amar (1994)
Un homenaje a sus raíces hace el director taiwanés Ang Lee en este filme. Pero su mérito está en haberlo sabido hilar con reflexiones en torno a la familia, silencios y cambios generacionales. Es así que Lee retrata la mesa familiar como un espacio de conflicto y reconciliación.
6. Chocolat (2000)
El chocolate es placer, transgresión y provocación. Así lo cuenta la película de Lasse Hallström, que a diferencia de las anteriores su objeto narrativo no es la cocina en sí, sino en vehículo para debatir en torno a la libertad, el deseo y la transformación personal ante un contexto de rigidez moral.
7. Burnt (2015)
La obsesión por la cocina contada por John Wells. Esto es Burnt, una película que hurga en el lado más áspero pero a la vez tan realista de la alta gastronomía. Es una experiencia de un chef narrada en tono de autodestrucción y el perfeccionismo tóxico. Es de esas películas que amas u odias.
8. El festín de Babette (1987)
Probablemente es la película gastronómica más espiritual. Y es que si la ficción de Bradley Cooper se caracterizaba por una visión cruda y asfixiante de la cocina, la de Gabriel Axel la pone en su tesitura más generosa y humana. Es una defensa de la gastronomía solidaria, moral y emocional.
9. Tampopo (1985)
Similar a Chocolat, este metraje japonés toma el elemento gastronómico como excusa, esta vez, el ramen, mientras el gran tema subyacente es el deseo, la tradición y el respeto por el oficio culinario. Lo hace con un tono de humor que se gana todos los honores.
10. Deliciosa Martha (2001)
Otro puente entre personas y emociones se tiende en esta película que convierte a la cocina en un refugio de los sentimientos. Aunque también con interés por el rigor en la profesión, su mensaje termina siendo una reflexión sobre el amor, el duelo, la familia y el equilibrio entre vida profesional y personal.
