
Durante su intervención en el pódcast Where Everybody Knows, conducido por los actores Ted Danson y Woody Harrelson, el reconocido chef José Andrés lanzó una de las advertencias más contundentes que se han escuchado este año en torno a la alimentación global. “Imagina despertar un día y no tener suficiente comida para todos”, dijo. No se trata de una exageración, sino de una realidad que, según él, ya está en marcha. La humanidad podría estar al borde de un:
Armagedón alimentario
El cocinero asturiano, fundador de la organización humanitaria World Central Kitchen, expuso cómo una combinación de factores —el cambio climático, la inflación global, los conflictos armados y la gestión ineficaz de los recursos naturales— está empujando al sistema alimentario hacia un colapso sin precedentes. La frase puede sonar apocalíptica, pero cada elemento que menciona tiene un reflejo directo en la realidad: la sequía amenaza cultivos en múltiples continentes, los precios de los alimentos básicos se han disparado en los últimos dos años, y millones de personas enfrentan inseguridad alimentaria incluso en países desarrollados.
Uno de los focos más preocupantes es la crisis del agua, íntimamente ligada a la capacidad de producir alimentos. Las sequías prolongadas, el agotamiento de acuíferos y el acceso desigual al recurso hídrico ya están afectando regiones productoras clave.
“Sin agua no hay agricultura, y sin agricultura no hay civilización”, resume José Andrés, quien ha estado presente en zonas de catástrofe alimentaria y sabe que las crisis no avisan: simplemente llegan.
A esto se suma el aumento imparable de los precios. Desde el inicio de la pandemia, y agravado por la guerra en Ucrania, la inflación alimentaria ha encarecido productos esenciales como el arroz, el trigo, los aceites o las proteínas animales. Las cadenas de suministro globales se han tensado, y la especulación financiera sobre alimentos básicos ha vuelto a entrar en escena.
Para millones de familias, comer tres veces al día ya no es una garantía.
José Andrés también pone el foco en la sobrepesca y la destrucción de ecosistemas marinos, donde se capturan crías antes de que puedan reproducirse. Esto, denuncia, no solo compromete la biodiversidad, sino también el acceso futuro a una de las principales fuentes de proteína del planeta. La solución no está solo en denunciar, sino en actuar: el chef aboga por una pesca sostenible, incentivos a los productores responsables y una reforma profunda del sistema agroalimentario global.
Ante este panorama, propone medidas concretas. La más simbólica: crear un Asesor de Seguridad Alimentaria en la Casa Blanca, que pueda alertar sobre riesgos, coordinar políticas públicas y garantizar que el acceso a la comida sea considerado una cuestión estratégica, no solo social. Esta figura, asegura, podría replicarse en otros países como modelo de prevención frente a futuras crisis.
Lejos de quedarse en la denuncia, José Andrés respalda sus palabras con acción. A través de World Central Kitchen, su ONG ha distribuido millones de comidas en lugares tan diversos como Ucrania, Marruecos, Turquía o Gaza. Su presencia en el terreno le da una legitimidad que pocos pueden igualar: ha visto con sus propios ojos lo que ocurre cuando el sistema falla.
Sin comida no hay futuro
El mensaje que deja en el pódcast no es solo para políticos, sino también para los ciudadanos. Comer bien, evitar el desperdicio, elegir productos responsables y apoyar a los pequeños productores son actos con impacto real. La gastronomía, dice, no es solo placer: es una herramienta de transformación y resistencia.
Mientras los titulares del mundo se reparten entre guerras, elecciones y avances tecnológicos, José Andrés recuerda una verdad fundamental: sin comida, no hay futuro. Y si no hacemos nada, ese futuro puede estar mucho más cerca de lo que creemos.
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