No hay publicidad ni reseña gastronómica que se compare con la recomendación de un cliente satisfecho. Tal máxima motiva al restaurant Riico a superarse sin cesar para enamorar al visitante y garantizar no solo que regrese, sino que venga acompañado…
Una interesante rareza en 5ta Avenida, donde no abundan los restaurantes, Riico le ha cambiado la fisonomía a lo que fuera una vieja embajada en ruinas, cuyo potencial vislumbraron dos viejos camaradas que asumieron el reto de erigir ahí su sueño.
Jorge Luis Rodríguez y José Antonio Figueroa han recorrido juntos un largo camino: ambos maîtres de experiencia, llegó el día en que sintieron esa necesidad existencial del riesgo y la creación, de apostar duro por una idea y crecer en todos los aspectos.
Así nació Riico, un proyecto de larga gestación que entró con carácter en el intenso ámbito de la restauración en La Habana. Su estratégica ubicación, a pocos pasos del Miramar Trade Center, varios hoteles, firmas extranjeras y sedes diplomáticas, lo hace un destino práctico para los días y tardes, y propicio para las noches.
Sus gestores lo llevan con mucha fe, pero también conscientes de sus perspectivas y de las exigencias del mercado. Su carta, especializada en cocina internacional, resalta los asados al carbón y combina platos mediterráneos con la tradición criolla. Solo así la muy española Zarzuela de Mariscos convive con los cubanísimos frijoles dormidos.
El paladar confirma las sospechas del olfato: de la cocina de Riico salen delicias en generosas raciones, a buen precio y con la posibilidad de disfrutarlas lo mismo al aire libre que en un salón climatizado, e incluso junto a una piscina que puede ser reservada, si desea acompañar una buena comida con un refrescante chapuzón.
Riico es un proyecto soñador, pero bien pensado, que poco a poco se afianza y hace que 5ta Avenida no solo sea una vía, sino un destino también. Un destino apetitoso, íntimo y acogedor. Un destino, sencillamente, Riico…
Credito
Por Charly Morales Valido
