
El pasado 18 de agosto la supermodelo Kendall Jenner dio una nueva vuelta de tuerca a su marca de tequila 818, lanzada en 2021, con la presentación de 818 Minis. Y es que si ya la relación entre moda, marketing y bebidas era bastante clara, la novedad sugiere un paso más: hacerlo parte de la estética cotidiana.
Botellitas de 50 mililitros en sus variedades Reposado y Blanco al más puro estilo de llavero o charms para bolsos es la propuesta de 818 Minis.
De hecho, la campaña se articula bajo el concepto “Free The Nip”, un juego de palabras que remite al movimiento feminista free the nipple y a la idea de reinterpretar los “nips” —diminutivos para las mini botellas— como accesorios de estilo… o esos pequeños caprichos que fascinan a la Generación Z.
Aunque todo encaja a la perfección como una de esas cartas del marketing bien jugadas, detrás de esta idea hay algo más profundo. De hecho, a diferencia de otro personaje muy mediático, Meghan Markle y su vino rosado, Jenner quiso distanciarse del apellido Kardashian-Jenner, por lo que se lanzó de forma anónima e incluso recibió premios. Solo después activó la maquinaria mediática que su familia maneja como nadie. Luego, aparece entonces otra tendencia: la apropiación simbólica del objeto gastronómico como accesorio de estilo y objeto de deseo para las generaciones más jóvenes. Se trata de comprar un estilo de vida.
¿Merece la pena el tequila de Kendall Jenner?
Todo parece indicar que sí. No solo por cuánto brilló aún en el anonimato sino que el crecimiento de sus ventas ha sido fulgurante. Para asegurar el prestigio de su bebida ha participado en catas, viajes a destilerías en Jalisco etc. Y, aunque las polémicas por similitudes con otras marcas no han faltado, 818 ha demostrado tener identidad propia y un público fiel.
La marca cuenta con tres tipos de tequila. El tequila blanco con sabor a agave dulce y vainilla, con matices de frutas tropicales y cítricas. El reposado, más cercano al agave tostado maduro, caramelo y vainilla, con un aroma a miel y frutas y el tequila añejo de notas herbales y olor a caramelo, nueces tostadas, piel de naranja, chocolate y toffee.
De 818 minis y otras “pasarelas gourmet”
La campaña de los 818 Minis busca ahora convertir la bebida en objeto coleccionable y generar conversación digital inspirando ese fenómeno creciente de la fashion food e incluso tantísimas tendencias que generan la necesidad de exhibir el consumo culinario en redes.
Pero lo de Kendall no es un caso aislado entre famosos. Lo mismo artistas, diseñadores de moda que deportistas y hasta miembros de la realeza se aventuran a usar la gastronomía como su nueva mercancía de marketing. Así, por ejemplo, futbolistas han abierto sus propias bodegas o creado vinos y hasta Louis Vuitton se ha atrevido con los gelatos más aesthetics con una pop up en verano.
Lo que tienen en común todas estas iniciativas es que transforman lo que comemos y bebemos en una extensión de identidad personal. Más allá de convertirse en embajadores de un producto, tratan de comunicar sus valores y estilo de vida a través de algo propio.
Está claro que la irrupción de celebridades en la gastronomía no parece tener frenos y enfrenta sus virtudes y riesgos. Por un lado, aportan inversión y dinamismo al sector y por otro, puede tender a la trivialización de las experiencias gastronómicas. Tanto la gastronomía como moda y la moda como gastronomía son dos caras de la misma moneda.