
La gastronomía internacional vive un momento delicioso para los curiosos. Viajar ya no es solo conocer ciudades, sino también meter la cuchara —o los dedos— en recetas que se salen de lo habitual. Hay platos que sorprenden, otros que incomodan y algunos que directamente ponen a prueba el valor del comensal, pero todos guardan una historia, un territorio y una tradición que merece ser contada. Estas son algunas de esas preparaciones que el mundo sigue mirando con fascinación.
Carne de caimán (Caribe/EE. UU./África)
Con una textura que recuerda al pollo o al cerdo y una cola especialmente apreciada por su bajo contenido graso, la carne de caimán sigue presente en el sur de Estados Unidos, en África y en zonas del Caribe. En destinos turísticos caribeños continúa siendo protagonista de cenas especiales. Tiene ese punto de exotismo que atrae sin generar polémicas.
Balut – Hột vịt lộn (Filipinas/Vietnam/Camboya/China)

Este huevo de pato fertilizado sigue formando parte esencial de la gastronomía de Filipinas, Vietnam, Camboya y algunas regiones de China. En la era de las redes sociales se ha convertido en uno de esos retos virales que viajan por TikTok como si todo fuera un espectáculo, pero para las comunidades que lo consumen es un alimento cotidiano, nutritivo y cargado de tradición.
Cuy chactado (Perú/Ecuador/Colombia)
Originario de los Andes, el cuy es parte fundamental de la cocina de Perú, Ecuador y Colombia. El famoso “chactado”, frito y prensado, continúa siendo la forma más tradicional de prepararlo, aunque muchos chefs contemporáneos lo han reinterpretado en clave gourmet. Más allá del sabor, destaca por su aporte de omega-3 y su bajo impacto ambiental, lo que ha impulsado su presencia en restaurantes de cocina moderna.
Criadillas (España/América Latina)
Los testículos de res, habituales en la cocina tradicional de España y gran parte de América Latina, han recuperado protagonismo gracias al movimiento nose-to-tail, que defiende el aprovechamiento integral del animal. Para algunos son un plato energético y con fama afrodisíaca; para otros, simplemente una forma honesta de no desperdiciar nada.
Sopa de nido de golondrina (China)

Considerada uno de los alimentos más lujosos de Asia, esta sopa se elabora con nidos de salanganas formados por su propia saliva solidificada. Tiene una textura gelatinosa muy característica y un precio que la ha convertido en símbolo de estatus durante siglos. Aún hoy, en banquetes y celebraciones importantes, sigue siendo un plato de alta consideración.
Suri (Perú/Ecuador – Amazonía)
Típicos de la Amazonía peruana y ecuatoriana, estos grandes gusanos que se alimentan exclusivamente de palmito forman parte de la dieta ancestral de diversas comunidades indígenas. Se comen crudos, fritos o rellenos, y en los últimos años han ganado espacio en festivales gastronómicos dedicados a la cocina amazónica, donde se reivindica su valor nutricional y cultural.
Arañas comestibles (Camboya)
Las tarántulas crujientes, especialmente populares en Camboya, siguen sorprendiendo a quienes viajan al sudeste asiático. Aunque durante un tiempo se pusieron de moda las versiones caramelizadas o cubiertas de chocolate, lo habitual sigue siendo lanzarlas directamente a las brasas para conseguir un exterior crujiente y un interior más tierno, acompañadas de salsas picantes o agridulces.
Café de comadreja (Vietnam)
Durante años fue uno de los cafés más caros y cotizados del planeta. Este peculiar producto vietnamita, que tradicionalmente se obtenía tras el proceso digestivo de la civeta, vive ahora una revisión ética. Muchos productores han abandonado el uso de animales y han desarrollado métodos que reproducen de forma natural la fermentación que le otorga su sabor característico, intenso y achocolatado. El original sigue siendo un lujo controvertido, pero las versiones éticas ganan terreno.
Fugu (Japón)
El famoso pez globo japonés es, probablemente, el plato más regulado del mundo. Su preparación requiere chefs certificados capaces de retirar las partes venenosas con precisión quirúrgica. Su sabor es delicado y limpio, y el ritual que lo rodea forma parte de su encanto. Comer fugu no es un acto temerario hoy en día, pero sí una experiencia que sigue generando respeto y fascinación.
Escamoles (México)

Conocidos como “el caviar mexicano”, los escamoles son huevas de hormiga que destacan por su textura mantequillosa y su sabor suave, ligeramente a nuez. Forman parte de la cocina prehispánica y hoy viven un momento de auge en restaurantes de autor, donde se presentan como un producto premium muy apreciado por los chefs.
Hákarl (Islandia)
El tiburón fermentado islandés es, sin rodeos, uno de los sabores más extremos del planeta. Su aroma es potente y su gusto, adquirido. Se elabora siguiendo un método tradicional que implica meses de fermentación y secado. Es uno de esos platos que intimidan, pero que representan una parte esencial de la cultura gastronómica de Islandia.
-2010








