Cocinar para la foto, comer con la vista

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Gabriela Sánchez
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comer para subir foto en instagram

Entre las expresiones populares, la de “comer con los ojos” es harto conocida. Con ella, en tantísimas ocasiones, todos alguna vez le hemos insinuado a alguien que se deja llevar demasiado por la abundancia, variedad o apariencia que pueda haber sobre la mesa. Pero, hoy más que nunca cobra sentido en su tercera acepción. Hoy la cocina se ha vuelto también espectáculo visual y en ello las redes sociales han sido, en gran medida, su catalizador. 

Lo que antes se compartía en torno a una mesa, ahora se exhibe ante millones de seguidores. Un simple hashtag convierte lo mismo un bocado casero que un bulo gastronómico en tendencia global. Eso de que una imagen vale mil palabras se ha tornado un arma de doble filo, sobre todo con aliados como la IA, por un lado, no todo lo que luce bien, sabe igual, o todo lo que luce bien es real. A veces se torna trampantojo, o incluso un acto de ilusionismo…y lo de comer con los ojos termina en engaño.

La evolución visual de la gastronomía

Si YouTube inició el fenómeno con tutoriales y recetas paso a paso, hoy Instagram y TikTok han impuesto un formato breve, vertiginoso y altamente visual que marca la cúspide de la era del comer con la vista.

Así, la fotografía en restaurantes se ha convertido en una herramienta de marketing, una invitación desde la propuesta gastronómica pero también desde la atmósfera del lugar. Mientras, el comensal digital confía en la vista antes de decidir dónde comer

Pero, hay ciencia detrás de la visualidad para comer. Nuestra percepción del sabor, el aroma o la textura está íntimamente ligada a lo que vemos. El cerebro interpreta colores y formas antes de que la boca actúe. La respuesta se halla en la psicología del color.

Para comprobarlo, basta un experimento sencillo: observar un plato con un filtro en blanco y negro. La experiencia se apaga. Y es que como mismo ciertos colores pueden aumentar el apetito al sugerir frescura o madurez y conectar con emociones, otros como el negro alertan de riesgos y la razón tiene que ver con asociaciones culturales. Estos códigos visuales son tan poderosos que incluso condicionan la interpretación del sabor.

La industria alimentaria lo sabe o ¿no habrás escuchado alguna vez lo de que a este plato le falta verde o “más vida”?

No se refiere únicamente, por ejemplo, en el primer caso a la falta de verduras, sino a lo que significa su carencia, por asociación simbólica (salud). O en el segundo, cuando hay pocos contrastes cromáticos.

Asimismo, gran parte de los productos procesados están diseñados visualmente para seducirnos. Y aunque el uso de colorantes artificiales es cuestionado, la tendencia actual hacia lo natural sigue jugando con la psicología del color. El objetivo es el mismo que en la alta cocina: que lo que vemos despierte deseo antes de probarlo.

Pero no todo está en el alimento. La vajilla también es determinante y su distribución. Durante años, el plato blanco fue la norma: neutral y versátil. Hoy, sin embargo, la puesta es más atrevida, con texturas, colores y formas, buscando un marco que realce la propuesta. Por ejemplo, usar un plato de fondo oscuro para intensificar un ingrediente claro; o emplear un vidrio translúcido en aras de sugerir ligereza y frescura. 

Mientras, en materia fotográfica ya existen incluso especializaciones formativas en el sector, para que la luz sepa sacarle el máximo partido a los alimentos o incluso concursos dedicados a la fotografía gastronómica.

Comer como espectáculo: ¿debe ser o no un plato fotogénico?

No obstante, el fenómeno tampoco está exento de críticas. El argumento en ese sentido es que la obsesión por lo visual puede desplazar el valor real del sabor y la técnica. Que un plato espectacular en Instagram puede decepcionar en boca. Que la gastronomía, convertida en espectáculo, corre el riesgo de perder autenticidad. Y sin embargo, sería ingenuo negar que la estética resulta parte esencial de la experiencia gastronómica

Antes de que incluso existieran las redes sociales, ha formado parte del "abc" de un plato.  Así que si se mira desde ese ángulo, cualquier receta debería ser digna de inmortalizarse en una imagen. Pero, una cosa es la apariencia apetecible y otra un “lienzo comestible”.

El margen lo establece entonces el rigor técnico y la calidad de lo que se sirve…Así como la música encontró en el videoclip la manera de expandir su impacto, la gastronomía lo hecho con la imagen en redes. La clave está en encontrar el equilibrio, porque solo por una buena fachada, la experiencia gastronómica no es satisfactoria. La cocina es un arte, que suma sí visualidad pero sobre (y ante) todo sabor. 

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Gabriela Sánchez

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