Babà: el postre polaco que acabó en Nápoles

Creado:
Autor:
Credito
Maria Carrasco Lloria
Categoría
Babà au rhum o babà de limoncello con fruta escarchada

En realidad, el babà no es un postre italiano sino polaco, aunque Francia también tiene su parte en esta historia. El baba au rum o babà como se conoce hoy, es un bizcocho empapado en ron o limoncello y acompañado de nata, que con su esponjosidad y dulce, enamora a cualquier nación.

Salto de corte y éxito rotundo

El origen del bizcocho borracho al que nos referimos está en el siglo XVIII en la corte del rey Stanislaw Leszczynski de Polonia. El monarca, exiliado en Francia, se llevó a su corte detrás, como de costumbre. Pastelero incluido. Nicolas Stohrer también polaco.

Un paso tras otro, el pastelero de Stanislaw fundó la Pastelería Sthorer, la primera pastelería de París en 1730 y que hoy se considera monumento histórico. De ahí se dice que salió nuestro babà, un pastelito hecho con harina, huevo, azúcar, levadura y mantequilla, que al rey le pareció muy seco. Para volver a conseguir su paladar, Stohrer lo remojó en vino de Málaga rebajado. Encantado el rey, todos contentos y babà al estrellato.

¿Qué tiene que ver París con Nápoles? 

La historia tiene estos recovecos de empezar en un lugar y acabar en otro. La hija del rey polaco fue casada con Luis XV de Francia, el Bien Amado. Era asidua a este postre y su ascenso social fue sin escalas. Pronto se propagó su éxito por París, donde conquistó cada uno de sus obradores.

Luis XVI, su nieto, estuvo casado con una famosa consorte: María Antonieta. Su hermana, María Carolina de Habsburgo, se enamoró del postre y se lo llevó para Italia como la parte más dulce de su matrimonio con Fernando I Dos Sicilias, Rey de Nápoles.

De la alta sociedad francesa a Nápoles

El babà aparece documentado en el Dictionnaire général de la cuisine française ancienne et moderne (1853), junto a frutas y azafrán. Sin embargo, fue en Nápoles donde alcanzó su máxima difusión: del elitismo palaciego pasó a las pastelerías populares pasado por limoncello napoletano, ubicándose al mismo nivel de clásicos como el cannoli o el tiramisú.

Nápoles no es solo pizza, es también babà.

Credito
Maria Carrasco Lloria