
Elegir una cerveza parece sencillo, pero no siempre lo es. A simple vista, muchas veces nos guiamos solo por el color del envase: ¿verde o rojo?. Sin embargo, detrás de ese matiz cromático hay mucho más que una cuestión estética. La elección encierra matices de sabor, cuerpo y aroma que marcan la experiencia de cada sorbo.
Misma cerveza (¿o no?); experiencias distintas
La primera pista la da la etiqueta: la verde se presenta como “Original”, mientras que la roja presume de ser “Especial”. Ambas son cervezas tipo lager, pero la diferencia fundamental está en la graduación alcohólica. La verde contiene un 4,8%, mientras que la roja alcanza un 5,5%.
Ese pequeño salto cambia la experiencia sensorial. La cerveza roja ofrece un sabor más intenso, mayor concentración y un perfil aromático más profundo, ideal para quienes buscan una bebida con carácter. Por su parte, la verde destaca por su suavidad en boca, un cuerpo más ligero y esa versatilidad que la convierte en la opción perfecta para casi cualquier ocasión.
Ahora sí, abrir la nevera y decidir qué tomar es mucho más sencillo: la verde, una cerveza rutinaria y fresca; la roja, una experiencia de calma.