Lucía Scarpa no es una chef cualquiera. A sus veintitantos, ha cocinado para futbolistas de la selección argentina, artistas internacionales e influencers. Su secreto no es solo el sabor, sino también la cercanía, la adaptabilidad y una presencia en redes que la ha convertido en todo un fenómeno.
Su cuenta de TikTok supera los 850.000 seguidores y su Instagram roza los 550.000.
Scarpa, que se define como "chef privada", lleva la alta cocina a domicilio. Va de casa en casa, cargando sus cuchillos, ingredientes y energía para cocinar entre 10 y 12 preparaciones en una sola jornada. Desde ensaladas de cous cous y lomos con papas hasta cookies de avena. Su trabajo es personalizado: adapta menús, hace compras, gestiona redes y conecta con sus clientes desde la confianza.
La cocinera de los campeones del mundo (y de TikTok)
Lucía cocina para figuras como Wos, Nathy Peluso, Eugenia “la China” Suárez, y futbolistas como Marcos Acuña, Nico Tagliafico, Miguel Merentiel o Gary Medel. Algunos de ellos, como el “Huevo” Acuña, la contratan dos veces por semana. Para Lucía, cocinarles es un privilegio, pero también una responsabilidad.
"Cuando salí de la casa de Tagliafico me puse a llorar. No dimensionaba dónde estaba", confesó.
El boca a boca y los videos en TikTok hicieron el resto. Un video junto a Wos fue el detonante de su salto a la fama. Desde entonces, Lucía no ha parado. Hoy es una referencia en meal prep personalizado y una voz emergente en la gastronomía argentina.
Un sueño llamado restaurante
Aunque su camino como chef privada está en pleno auge, Lucía sueña con abrir su propio restaurante en Argentina. “Mi ideal es que puedan venir todos mis seguidores a probar mis platos”, dice. Su experiencia al frente de una cocina en Mallorca, donde gestionó un restaurante con solo 19 años, le dio las herramientas. Ahora quiere hacerlo en su país, cerca de su familia y de quienes la siguen cada día en redes.
No busca fama vacía. Busca construir algo auténtico. Su historia inspira por su valentía, su entrega y su talento para convertir la cocina en un puente entre personas. Y aunque los fogones sigan ardiendo en casas ajenas, la mesa soñada de Lucía Scarpa ya está tomando forma.
