Santa Marta, la patrona que protege a los hosteleros

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Redacción Excelencias Gourmet
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hosteleros brindando

Cada 29 de julio, los hosteleros celebran a su patrona: Santa Marta. Figura bíblica de la hospitalidad, del trabajo silencioso y del cuidado al otro, es también símbolo de una profesión que lo da todo, incluso cuando recibe poco. En su día, rendimos homenaje a quienes hacen de la atención su vocación.

La Santa que eligió servir

Santa Marta, hermana de María y Lázaro, aparece en los evangelios como una mujer práctica y entregada, que se desvive por atender a Jesús y sus discípulos en su hogar. Mientras su hermana se sentaba a escucharlo, Marta preparaba la mesa, servía, limpiaba y cuidaba cada detalle. Desde entonces, ha sido considerada el arquetipo de la hospitalidad, el trabajo sin descanso y la generosidad del servicio.

Por eso, Santa Marta es desde hace siglos la patrona de los hosteleros, camareros, cocineros y personal de sala, aquellos que también atienden, sirven, sonríen y resuelven desde el fondo, sin esperar protagonismo. En la iconografía cristiana suele representarse con una escoba o un manojo de llaves, y en algunas leyendas medievales aparece incluso dominando a un dragón, símbolo de los retos cotidianos que enfrenta con fe y templanza.

Una profesión de entrega que no descansa

Los hosteleros, como Marta, viven para atender. Su trabajo es invisible cuando se hace bien, pero esencial para que todo funcione. Es una de las profesiones más exigentes, emocional y físicamente. Detrás de cada desayuno servido a tiempo, cada comida con amigos o cada cena romántica, hay alguien que no ha parado de correr, pensar, planificar y resolver durante horas.

Lo recuerda José Luis Álvarez Almeida, presidente de Hostelería de España:

“Tenemos más de 300.000 empresas en todo el país que cada día levantan la persiana con vocación de servicio. Por eso Santa Marta, patrona de la hospitalidad y la atención al otro, representa tan bien a nuestro sector. No hay otro sector con tanta cercanía a las personas, con tanto compromiso, incluso en los momentos más difíciles”.

El alma invisible del turismo

La hostelería emplea hoy a más de 1,8 millones de personas en España, lo que equivale a casi el 9 % del total del empleo nacional. Representa un sector clave no solo para la economía, sino para el tejido social. Es, además, un componente imprescindible del turismo, del que depende buena parte del crecimiento del país.

Sin embargo, es también uno de los sectores más frágiles. Según el SEPE, uno de cada cuatro contratos tiene una duración inferior al mes, y muchos no alcanzan la jornada completa. A eso se suma la alta rotación, la estacionalidad, las jornadas maratonianas y las condiciones muchas veces precarias.

Y a pesar de todo, el servicio no se detiene. Miles de profesionales trabajan más de 10 horas al día, de pie, en festivos, fines de semana o bajo presión, para que el resto podamos celebrar, descansar o compartir una comida.

Un futuro con desafíos y esperanza

Uno de los grandes retos actuales es la falta de personal cualificado. Muchos jóvenes no quieren entrar en hostelería por la dureza del oficio. Sin embargo, quienes lo hacen con vocación encuentran en él un camino de desarrollo, creatividad y crecimiento.

Por eso es crucial dignificar la profesión. Como reclaman chefs y empresarios del sector, hay que mirar más allá de las estrellas Michelin y valorar al camarero del bar de siempre, a la cocinera del menú del día, al cortador de jamón que no se equivoca ni con los ojos cerrados.

Además, el sector está cambiando. La digitalización, los nuevos modelos de negocio (gastrobares, dark kitchens, delivery) y el enfoque en la sostenibilidad laboral y ambiental están marcando un nuevo rumbo. También las escuelas de hostelería, que ya enseñan gestión emocional, liderazgo y cultura empresarial además de técnica culinaria.

Este 29 de julio no es una fecha cualquiera. Es el día para recordar que la felicidad muchas veces lleva delantal. Que detrás de cada mesa bien atendida hay historias de sacrificio, orgullo, pasión y humanidad. Que el país no puede avanzar sin quienes trabajan desde el anonimato para que otros disfruten.

Santa Marta, como símbolo, no solo protege a los hosteleros, los representa. Su historia es la de quienes hacen posible que una copa esté bien fría, que un menú sea inolvidable, que una noche entre amigos termine con una sonrisa.

“Un país que no cuida a sus hosteleros, no cuida su futuro”

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