
Parece una provocación, pero cada vez más aerolíneas de primer nivel están invirtiendo en ofrecer una experiencia líquida premium a bordo. Lo que antes era impensable, beber vinos seleccionados o cócteles diseñados por bartenders, hoy forma parte del menú de muchas clases business e incluso economy en vuelos estratégicos.
La altitud, el ruido, la presión y el aire seco afectan el paladar. Aun así, las compañías quieren que sus pasajeros no solo coman bien, sino también beban mejor. Y lo están logrando gracias a la colaboración con expertos en mixología, sumillería y neurogastronomía.
¿Por qué importa tanto la bebida en el aire?
Según estudios del Fraunhofer Institute alemán, la presión en cabina reduce la percepción de sal y dulzor hasta en un 30%. Eso afecta directamente el sabor de vinos, destilados y refrescos.
Para compensarlo, muchas aerolíneas reformulan las recetas de sus menús líquidos, eligen vinos con más acidez y fruta, y diseñan cócteles adaptados al entorno.
Lo que se busca es una bebida equilibrada, sabrosa y que se pueda disfrutar, aunque el cuerpo esté deshidratado o estresado por el vuelo.
Cócteles de autor, vinos naturales y cartas que sorprenden
Aerolíneas como Qatar Airways, Emirates o Singapore Airlines cuentan con sumilleres internos y trabajan con bodegas boutique para seleccionar sus vinos. En vuelos de largo radio, se han llegado a ofrecer etiquetas como Château Margaux o Dom Pérignon.
Pero también hay propuestas más creativas:
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Virgin Atlantic ha lanzado cócteles de autor con infusiones florales.
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Air France colabora con casas de Champagne y ofrece degustaciones en vuelo.
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Japan Airlines trabaja con destilados locales y licores de arroz para su carta en clase ejecutiva.
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LATAM apuesta por vinos de pequeñas bodegas chilenas y peruanas, incluso en cabina turista.
Beber mejor también es parte del branding
Para muchas aerolíneas, la calidad de las bebidas a bordo se ha convertido en un elemento diferenciador, sobre todo cuando el precio del billete ya no garantiza la fidelidad del pasajero.
Una carta de vinos bien pensada o una opción de mocktails sin alcohol que realmente sorprenda puede inclinar la balanza entre una aerolínea y otra.
La bebida se convierte así en parte de la experiencia emocional del viaje.
¿Y qué pasa en clase turista?
Aunque las grandes sorpresas están en las clases premium, algunas aerolíneas están empezando a mejorar su oferta en turista: desde cartas de vinos en formato single-serve hasta cafés de especialidad y cervezas artesanales locales.
Además, surgen colaboraciones puntuales con marcas de destilados y chefs mediáticos para ofrecer menús de temporada con maridajes líquidos sugeridos. En vuelos de más de seis horas, es cada vez más común encontrar opciones que van más allá de agua, refresco o vino genérico.
El futuro: personalización, bienestar y tecnología líquida
Las tendencias apuntan hacia una experiencia líquida más personalizada y saludable:
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Cócteles bajos en alcohol o sin alcohol.
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Infusiones funcionales para relajar, dormir o digerir mejor.
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Uso de inteligencia artificial para adaptar la carta según el destino o el perfil del viajero.
Incluso se estudian fórmulas para preservar la calidad aromática de los líquidos durante el vuelo con nuevos envases y formatos, como las esferas comestibles o los cócteles listos para servir en cápsula.
Las aerolíneas han entendido que una bebida puede contar mucho de su identidad, su origen y su apuesta por la calidad. Ya no se trata solo de ofrecer algo para pasar el rato: beber en el aire se está convirtiendo en un lujo cotidiano, una oportunidad de elevar literalmente la experiencia gastronómica del pasajero.