
La reconocida enóloga Ana Barrón, falleció ayer en Logroño, tras una larga enfermedad. Natural de Badarán, creció entre viñas y montañas que marcaron desde temprano su pasión por el vino. Su legado en el mundo del vino español, y especialmente en Rioja, es inmenso, tanto por su labor técnica como por su sensibilidad y humanidad.
Formación y primeros pasos en la enología
Ana Barrón estudió enología en Logroño y continuó su formación en la Escuela de la Vid y del Vino de Madrid, para más tarde especializarse en la Facultad de Enología de la Universidad de Burdeos, donde obtuvo el Diploma Nacional de Enólogo. Esa formación sólida, sumada a una vocación innata, cimentó su carrera como una de las grandes referentes del vino español.
Su primera oportunidad profesional llegó de la mano de Jaime Rodríguez en la Granja Nuestra Señora de Remelluri, donde empezó a poner en práctica su enfoque técnico, sensible y profundamente respetuoso con la tierra.
Trayectoria en Marqués de Vargas y reconocimiento internacional
Desde 2016, Ana Barrón asumió la dirección técnica y enología de Bodegas Marqués de Vargas, donde consolidó un estilo propio basado en la elegancia, la sostenibilidad y el respeto al carácter clásico de los vinos de Rioja.
En 2024, fue distinguida con el I Premio a la Profesional del Rioja, otorgado por el Centro de la Cultura del Rioja, en reconocimiento a su trayectoria, compromiso e innovación en el sector vinícola.
Además, el reputado crítico británico Tim Atkin, en su informe Rioja 2025 Special Report, la nombró Enóloga del Año (Winemaker of the Year), un título que reconoce su excelencia profesional y su sensibilidad única a la hora de interpretar el viñedo.
Una mujer que entendía el vino como arte y naturaleza
Ana Barrón apostó por una viticultura ecológica, que logró que su bodega recibiera el sello Sustainable Wineries for Climate Protection. Para ella, el vino era una manera de dialogar con la tierra sin imponerle nada. “Era experta en hacer sencillo lo difícil”, afirman quienes trabajaron a su lado.
Aficionada al senderismo, disfrutaba recorriendo los caminos entre los pueblos de su infancia. Su calidez humana era tan destacable como su talento técnico. Amaba estar entre viñas y defender el estilo riojano clásico con la elegancia de lo atemporal y la innovación bien entendida.
Un legado que trasciende la botella
Ana Barrón no solo deja su impronta en los vinos que ayudó a crear, sino en los equipos que formó, las prácticas sostenibles que defendió y en una nueva forma de liderar desde la humildad, la precisión y la pasión.
Su figura representa a una generación de mujeres que, desde el conocimiento y la sensibilidad, están transformando el mundo del vino en España.
Desde Excelencias Gourmet brindamos en su memoria.
Su historia y su vino seguirán inspirando a generaciones futuras.