Desde hace siglos en Normandía las manzanas se prensan y se hacen fermentar para obtener una buena sidra. Esta última, sometida a un proceso de destilación, produce el llamado calvados, un aguardiente. Al igual que otros destilados, tras una parcial reducción del grado alcohólico debe ser puesto en toneles de madera para su reposo, lo cual le aportará mayor complejidad y matices de sabor.








