

Nusret Gökçe, conocido mundialmente como Salt Bae, se convirtió en un icono de la cultura digital gracias a su particular estilo al salar la carne. Con una cadena de steakhouses de lujo en distintas ciudades del mundo, supo capitalizar su fama para levantar un imperio gastronómico.
Sin embargo, la pregunta que resuena hoy es inevitable: ¿estamos ante el fin de la era Salt Bae?
Precios excesivos que alejan a los clientes
Las redes sociales se han llenado de críticas sobre las facturas astronómicas en los restaurantes de Nusret. Muchos comensales denuncian que la experiencia no justifica los precios, dañando la percepción de valor de la marca y provocando un efecto disuasorio.
Una marca agotada y sobreexpuesta
Lo que en su momento fue un gesto simpático se ha convertido en un personaje arrogante y sobreexpuesto. Su imagen, repetida hasta el cansancio, ya no genera admiración sino cansancio, un riesgo letal en la industria de la hospitalidad.
Calidad irregular en la experiencia
La rápida expansión internacional ha pasado factura. Críticas sobre la calidad de la carne, el servicio y la inconsistencia entre locales erosionan la confianza de los clientes, acostumbrados a estándares altos en un segmento de lujo.
Una expansión difícil de sostener
Abrir decenas de locales en destinos premium implica deudas millonarias y costes de mantenimiento elevados. En un mercado cada vez más competitivo, la sostenibilidad financiera del imperio Salt Bae podría estar en riesgo si la clientela sigue disminuyendo.
Cambio en las tendencias gastronómicas
La ostentación y el lujo excesivo que definieron al fenómeno Salt Bae ya no encajan con las nuevas tendencias del consumidor. Hoy se prioriza la autenticidad, la sostenibilidad y la conexión con el origen del producto, valores que contrastan con la propuesta del chef turco.
¿Un ocaso anunciado?
El fenómeno Salt Bae marcó una época en la cultura gastronómica y digital, pero todo indica que su fórmula se encuentra en decadencia. Queda por ver si Nusret Gökçe logra reinventarse o si su nombre quedará como símbolo de una era de shows culinarios que el mercado global empieza a dejar atrás.