La televisión nos enseñó a cocinar mucho antes que internet

La televisión nos enseñó a cocinar mucho antes que internet
Cómo la televisión transformó la gastronomía española, educó a una generación y convirtió a los chefs en figuras populares. Arguiñano, los concursos culinarios y Canal Cocina enseñaron a cocinar y cambiaron nuestra relación con la comida.
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Redaccion Excelencias Gourmet
Viernes, Noviembre 21, 2025 - 12:00

El 21 de noviembre se celebra el Día Mundial de la Televisión, una efeméride instaurada por la ONU en 1996 para recordar el poder de este medio como herramienta de información pública. Pocas áreas han cambiado tanto gracias a la pantalla como la gastronomía. Antes de las redes sociales o las recetas virales, la televisión ya enseñaba a cocinar, despertaba curiosidad y acercaba a los chefs a millones de hogares. Tanto es así que se estima que más del 70% de los españoles aprendió alguna receta de la televisión entre los años 90 y 2000.

En ese origen televisivo hubo un nombre decisivo: Karlos Arguiñano. Él fue el primer profesor culinario de masas en España. Su humor, su cercanía y su manera de enseñar sin artificios democratizaron la cocina. Transmitió algo más que recetas: transmitió seguridad. Gracias a Arguiñano, miles de personas perdieron el miedo a cocinar y entendieron que la gastronomía era accesible y cotidiana. Su impacto fue tan profundo que marcó el tono de toda la televisión gastronómica posterior.

Después llegarían figuras esenciales como José Andrés, Bruno Oteiza, Juan Pozuelo, Eva Arguiñano, Martín Berasategui, Juan Mari y Elena Arzak, Susi Díaz, Sergio Fernández, Jordi Cruz, Pepe Rodríguez, Samantha Vallejo-Nágera o Chicote, pero la puerta la abrió él. No es exagerado afirmar que el impacto de la televisión en la gastronomía española durante las últimas décadas no puede comprenderse sin su figura.

Programas de cocina en la televisión

La cocina televisiva dio un salto cuando se convirtió en entretenimiento. Programas como MasterChef, Top Chef, Pesadilla en la Cocina, Un país para comérselo, la parrilla de Canal Cocina o Hacer de Comer transformaron la gastronomía en relato emocional. Ya no se trataba solo de aprender a cocinar: se trataba de vivir la cocina como espectáculo.

La audiencia acompañó este cambio. En España, las finales de MasterChef han superado los tres millones de espectadores, confirmando que la cocina televisiva se convirtió en fenómeno cultural. Esta exposición masiva transformó a los cocineros en celebritys reconocidas incluso por quienes nunca visitarían sus restaurantes. El marketing gastronómico —tal como hoy lo entendemos en redes— nació en televisión.

La tele fue el primer altavoz de los chefs, el lugar donde construyeron reputación, carisma y conexión emocional con el público mucho antes de que existiera la viralidad digital.

La programación de Canal Cocina

Mientras tanto, un fenómeno único amplió la revolución gastronómica: Canal Cocina. Fue el primer canal temático en España dedicado 24/7 a la gastronomía. Sus programas se convirtieron en una auténtica biblioteca audiovisual de técnicas, recetas, culturas y viajes culinarios. Mucho antes de que la globalización hiciera populares platos como el ramen, la tempura, el mole o el curry, Canal Cocina ya los enseñaba en detalle.

Gracias a la programación de canal cocina, millones de espectadores viajaron sin moverse del sofá, descubrieron nuevos ingredientes y entendieron que la gastronomía es identidad, historia y territorio. Canal Cocina no solo enseñó a cocinar: enseñó a mirar la cocina como cultura. Y en su estilo pausado y cercano aún se siente la huella de Arguiñano.

La televisión, en todas sus etapas, no se limitó a mostrar la gastronomía: la transformó. Fue escuela, espectáculo, puente cultural y motor de cambio. Enseñó a cocinar mejor, a comer con más conciencia, a admirar a los cocineros y a explorar el mundo desde la pantalla. Y por eso, en el Día Mundial de la Televisión, conviene recordar que antes de los vídeos en dos minutos y de los retos virales, la primera pantalla que nos enseñó a disfrutar de la cocina fue la del televisor, la que se encendía cada tarde para ver a Arguiñano y que, sin pretenderlo, nos hizo un poco más humanos alrededor de una mesa.