
En 2019, la start-up europea Space Cargo Unlimited lanzó al espacio una misión insólita: enviar 12 botellas del legendario Pétrus 2000, uno de los vinos más exclusivos del mundo, a bordo de la Estación Espacial Internacional (ISS). Acompañadas de más de 300 vides, las botellas viajaron más allá de nuestra atmósfera como parte del programa de investigación agrícola WISE (Wine In Space Experiment).
El objetivo era ambicioso: estudiar cómo afecta la microgravedad al envejecimiento del vino y al desarrollo de las vides, abriendo nuevas perspectivas sobre la agricultura en condiciones extremas y sobre el futuro del cultivo en la Tierra... o fuera de ella.
438 días en el espacio: ¿Qué cambió en el vino?
Tras 438 días en órbita, las botellas regresaron a la Tierra. Para evaluar su evolución, se organizó una cata a ciegas en la que participaron investigadores del Instituto de Ciencias de la Viña y el Vino y la Universidad de Burdeos. Se compararon las botellas espaciales con otras idénticas que permanecieron en la Tierra durante ese mismo tiempo.
Los resultados fueron sorprendentes. Aunque el Pétrus espacial conservaba su estructura y carácter reconocibles, mostró variaciones sensoriales apreciables en color, aroma y textura. Se percibieron notas más florales y matices terciarios diferentes, lo que sugiere que la microgravedad podría acelerar o alterar ciertos procesos químicos del vino.
La enóloga francesa Jane Anson, una de las expertas que participó en la degustación, afirmó que “el vino espacial estaba más evolucionado, con taninos más redondeados, y un perfil sensorial inédito en vinos del mismo añejamiento”.
Un millón de dólares por una botella con historia
El experimento no solo capturó la atención de científicos y enólogos, sino también de coleccionistas. Una de las botellas que viajó al espacio fue subastada por Christie’s en una venta privada, alcanzando un precio superior a un millón de dólares. Una cifra que la convierte en una de las botellas más caras jamás vendidas, y la primera con “killometraje espacial”.
Pero este hito no fue una estrategia publicitaria, sino parte de una visión de futuro. Space Cargo Unlimited asegura que el programa WISE busca encontrar soluciones agrícolas ante el cambio climático y explorar cómo podríamos cultivar alimentos, y vino, en escenarios extremos, incluso extraplanetarios.
¿El futuro del vino está en las estrellas?
El caso del Pétrus espacial abre nuevos caminos para la enología del siglo XXI. ¿Podría la exposición a la microgravedad convertirse en una técnica de envejecimiento alternativa? ¿Tendremos algún día un “vino de Marte”? Las preguntas apenas empiezan a surgir, pero lo cierto es que la ciencia y la gastronomía han vuelto a brindar juntas por la innovación.
Como recordaba el sumiller Gerard Basset: “Un gran vino siempre cuenta una historia”. Y pocas historias serán tan singulares como la de Pétrus, el vino que flotó en el espacio y volvió distinto.