
Veneno es tantas cosas que concebirlo como un solo concepto se complica. Y eso no significa que la polisemia no sea positiva; de hecho, Veneno Concept es el ejemplo perfecto, como un espacio multifunción que revoluciona la hostelería desde un lado tan rebelde como humano.
La creatividad impera en el reino de Alejandra Merit, quien, desde el primer minuto, se ha hecho eco en redes sociales compartiendo cómo es realmente emprender desde joven. Pero, aún más importante, ha mostrado la hostelería real desde un enfoque fresco y, sin querer, tan inocente como resiliente.
Veneno Concept es el hijo de la naturalidad revolucionaria en Valencia
En los aledaños del valenciano barrio de Ruzafa, Veneno rompe las reglas desde que la idea comenzó a germinar en la mente de Merit. Anteriormente había sido directora de Marketing de Voltereta, lo que ya la consolida como creativa de nacimiento. Así, en Instagram los usuarios se vieron sorprendidos por un objetivo: conseguir 300.000 euros en 30 días. Spoiler: conseguido.
Por eso es que Veneno Concept fue una de las marcas presentes en Disruptiva, el anti-evento que irrumpió en Madrid para mostrar, de una forma distendida, cómo transgrede la restauración contemporánea. Merit lo hace liderada por la interacción con las masas y contando con la opinión del público para mantener los pies en la tierra. Eso sí, los sueños en las nubes cada vez funcionan mejor.
Antes has dicho que es un movimiento. ¿Cómo defines Veneno?
Voy a ser sincera. Para mí, Veneno es un movimiento con el que quiero despertar ese “veneno” de la gente, ese lado rebelde y creativo que todos tenemos dentro pero que dejamos dormir en nuestro día a día. Es verdad que eso está muy bien para yo misma entenderlo, pero luego está la parte de que la gente que viene necesita una definición explícita de lo que es Veneno.
Así que he dejado de decir eso y digo: es un restaurante con programación todos los días. La gente necesita poner una etiqueta clara, ¿sabes? Y lo entiendo, porque mentalmente las personas necesitan saber para qué pueden venir.
Para mayor claridad, ¿cuál es vuestro concepto gastronómico?
Es una nave reformada, con la estructura de un restaurante, y con programación cultural y artística todos los días. Intentamos poner algo casi cada día.
Por lo que veo, tenéis un concepto joven. ¿Tenéis un público concreto y estudiado?
La verdad es que no. A nivel marketing deberíamos, pero siento que a nosotros no nos ha funcionado así. Los que más venían —y los que siguen viniendo— son personas mayores, de más de 40. Así que no tenemos un público estudiado como tal.
Sí es verdad que, cuando creamos cosas, yo siento que soy mi propia usuaria. Lo creo todo pensando en mí. Por eso tampoco subimos precios: me pregunto a qué lugar iría yo toda la semana. Y luego se llena de gente mayor y me encanta. La variedad llega hasta abuelos, ¿sabes?
Con una propuesta tan variada, ¿no tenéis miedo de que la gente se canse?
El tema es no llegar a ese punto. No podemos dejar que eso pase. Si Veneno se quedara tal cual está ahora, posiblemente ocurriría. Pero si nosotros lo llenamos de propuestas, hay que dejarse la piel para entender qué podemos hacer para que la gente siga viniendo.
Si un día algo funciona más o menos, hay que entender por qué y volver a ajustarlo. Si dejas de actuar, evidentemente la gente se cansa. El tema es no parar. No parar nunca.
¿Tienes más proyectos para hacer crecer Veneno?
Me encantaría empezar con el tema de los eventos. Me encantaría hacer fiestas clandestinas. Me encanta crear experiencias. Pero no creo que el siguiente paso de Veneno sea otro local, porque lo pasé muy mal creándolo. Siento que va más hacia las experiencias en general.
Entonces, por ahora os quedáis en Valencia.
Bueno… y seguramente haremos más fiestas fuera de Valencia, también te digo. Y colaboraciones con restaurantes de Madrid y Barcelona.








