
Los procesos vitales del organismo no funcionan al margen de la nutrición. Sin alimento, ningún ser vivo puede sobrevivir. Sin embargo, millones de personas en el mundo (mal)viven en condiciones de inseguridad alimentaria, sin acceso suficiente, regular y digno a alimentos nutritivos. Cada 28 de mayo, el Día Mundial contra el Hambre y la Malnutrición nos recuerda la necesidad urgente de actuar ante esta realidad injusta y silenciada.
Ante la arbitrariedad social que azota al mundo en este momento, es responsabilidad de los medios de comunicación, las instituciones y las grandes corporaciones visibilizar este problema y colaborar activamente en su solución.
La crisis alimentaria fermenta en los laboratorios y el mundo pide la transformación agrícola
El primer paso para entender la crisis alimentaria es observar el impacto del cambio climático sobre la producción de alimentos. Las alteraciones extremas de temperatura provocadas por la acción humana han reducido el rendimiento de cultivos clave y comprometido también la producción ganadera.
Como respuesta, la industria ha recurrido a los alimentos transgénicos, diseñados en laboratorio para resistir climas extremos. Pero aunque la ciencia es una gran aliada de la nutrición del futuro, la naturalidad de un alimento no puede ser replicada en condiciones artificiales.
Frente a esta realidad, comienza la urgencia de reconvertir los sistemas agrícolas y apostar por cultivos alternativos más resistentes y adaptados a las nuevas condiciones climáticas.
Alimentos afectados por el cambio climático: ¿un mundo sin trigo y café?
Trigo, arroz y maíz son los tres cereales más consumidos del mundo
Todos ellos son cultivos de secano que dependen de lluvias regulares. El problema es que estas precipitaciones se han vuelto cada vez más escasas o torrenciales, dificultando las cosechas y provocando desabastecimiento.
“La solución pasa por llevar un cambio en las fechas de siembra y la duración de los ciclos de estos cereales junto con el desarrollo de variedades más resistentes al estrés hídrico que permitan una adaptación óptima” indica Margarita Ruiz Ramos, investigadora de la Universidad Politécnica de Madrid.
Café y cacao enfrentan su propia crisis
Necesitan suelos fértiles, humedad constante y sombra natural. Sin embargo, la deforestación, el uso intensivo de agroquímicos y las altas temperaturas han alterado las condiciones ideales de cultivo.
Esta crisis no implica la desaparición de los productos, pero sí su encarecimiento progresivo, lo que puede acabar por convertir dos de los productos más cotidianos en bienes de lujo.
Sin miel no hay futuro
La cuestión a la posible pérdida de la miel, no es el alimentaria como tal, sino que el problema radica en la desaparición de las abejas, esenciales para mantener un ecosistema equilibrado debido a la polinización que llevan a cabo.
Según Greenpeace, su desaparición pondría en peligro el equilibrio de los ecosistemas y la seguridad alimentaria global. En los últimos años, la población de abejas ha disminuido en un 40%, principalmente debido al uso de pesticidas y químicos tóxicos.
La gravedad de esta pérdida es evidente: las abejas participan en la polinización de ocho especies de cereales que alimentan al 80 % de la población mundial. Sin ellas, no solo peligra la miel, sino también la base de la dieta.