¿Qué hacen los camareros los lunes? El secreto mejor guardado de la hostelería

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Cristina Ybarra
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camareros

Los lunes arrastran una fama difícil de limpiar. Son el día gris de la semana, el del regreso a la oficina, el del atasco eterno, el del café doble y la pereza acumulada. Frente al brillo de los viernes o la efervescencia de los sábados, el lunes es casi una penitencia colectiva. Pero ¿y si cambiamos la perspectiva? ¿Y si el lunes, en lugar de ser el enemigo de la rutina, se convirtiera en la fiesta secreta de la hostelería?

Cuando el resto vuelve a la rutina, cocineros y camareros celebran su auténtico fin de semana: mesas llenas, botellas descorchadas y sobremesas eternas.

El otro fin de semana

Cuando el domingo por la tarde las ciudades se apagan y las terrazas se vacían, los hosteleros comienzan a sonreír. Son los mismos que han trabajado a destajo sirviendo copas, cocinando menús y organizando mesas repletas de comensales felices. Para ellos, el lunes no es un castigo: es un merecido descanso con sabor a celebración. Es el momento de sentarse en la mesa que tantas veces atienden desde el otro lado, de descorchar un vino, de pedir un plato sin mirar el precio y de alargar la sobremesa sin miedo al reloj.

El cliente más agradecido

El hostelero convertido en comensal es, probablemente, el cliente más valioso que puede tener un restaurante. Conoce el producto, sabe cuánto cuesta elaborar una salsa desde cero y aprecia el mimo en cada detalle. No se conforma con la quinta gama ni con atajos de cocina. Celebra con entusiasmo un plato bien ejecutado y reconoce el oficio con generosidad. Cuando pide una botella, lo hace con la alegría de quien conoce su historia y no duda en brindar como si fuese una ocasión especial.

Una oportunidad para los restaurantes

Cada vez más restaurantes se están dando cuenta de este fenómeno. Abrir los lunes, en un panorama tradicionalmente dominado por persianas bajadas, puede ser un acierto estratégico. La clientela del gremio, que disfruta y valora lo que se le ofrece, recompensa con fidelidad y agradecimiento. Servir a colegas de profesión es un ejercicio de respeto mutuo y, al mismo tiempo, una manera de mantener vivo el pulso gastronómico incluso en el día más temido de la semana.

Menos lunes, más celebración

Quizá ha llegado la hora de reconciliarnos con los lunes. Para los hosteleros, es el momento de convertirse en protagonistas de la mesa y no solo en sus guardianes. Para los restauradores, es la oportunidad de abrir sus puertas a un público exigente y leal. Y para todos, una invitación a recordar que el calendario también se puede saborear de otra manera.

Porque, al fin y al cabo, en hostelería los lunes son menos lunes.

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Cristina Ybarra