
El helado tiene raíces ancestrales, pero ningún destino final: está presente en todo el mundo, en cualquier época del año y bajo las formas más diversas. En cada cultura existe una crema fría que, con sabores o toppings, conquista a los paladares locales. Ese es el caso del ashta o buzza, un helado libanés que gana cada vez más adeptos en España.
¿Qué es el ashta?
El ashta es una crema láctea fresca que se obtiene al calentar la leche hasta coagularla, lo que le da una textura suave y sedosa. Muy popular en Oriente Medio y Próximo, se utiliza como base en repostería tradicional, pero también como helado artesanal.
Este postre suele servirse coronado con pistachos triturados y un toque de miel de azahar, lo que le aporta un equilibrio perfecto entre dulzor, frescor y notas mediterráneas.
De Beirut a Madrid: la expansión del helado libanés
Aunque nació como un dulce típico de celebraciones en Líbano y Siria, el ashta ha traspasado fronteras. En ciudades como Madrid ya existen heladerías especializadas, como Fré, que reinterpretan la receta tradicional para adaptarla al paladar europeo, sin perder la esencia de la cocina libanesa.
Su éxito en España se debe tanto a la creciente popularidad de la gastronomía levantina, como al interés de los consumidores por productos artesanales, naturales y exóticos.
El ashta en la cultura gastronómica oriental
En Oriente Medio, el ashta no se limita al helado: también se utiliza como relleno de dulces icónicos como el knafeh, los atayef o los baklawa, lo que lo convierte en un ingrediente versátil que conecta lo dulce con lo refrescante.
Hoy en día, este helado se está consolidando como una alternativa gourmet a los sabores clásicos, uniendo tradición oriental con tendencias internacionales de consumo.
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