

El 1 de septiembre en Baleares no solo marca el final del verano, sino también la apertura de la veda del raor, un pescado tan escaso como apreciado. Desde ese día y hasta el 31 de marzo, este pez se convierte en protagonista indiscutible en las pescaderías de Ibiza y Formentera, así como en las mesas de los más entendidos.
La pesca del raor es un ritual en sí misma. El pescador prepara el cebo, que puede ser corazón de cordero, lombriz o incluso gambitas, lanza la caña y espera a que el plomo toque fondo.
Solo entonces comienza la paciencia: la captura es siempre uno a uno, con el gesto pausado que lo convierte en una tradición marinera única.
Una normativa estricta y una temporada limitada
La regulación es clara: un máximo de 50 ejemplares por persona y día, con un tope de 300 piezas por embarcación para pescadores particulares. Los profesionales tienen vía libre, aunque siempre bajo la supervisión de las cofradías locales.
De abril a agosto la pesca está prohibida, lo que convierte a estos meses en un periodo de espera cargado de expectación.
En el Mercat Nou de Ibiza, cada arranque de temporada se vive como una pequeña fiesta. El precio también da cuenta de su valor: en los primeros días puede alcanzar hasta 80 euros el kilo, lo que lo sitúa entre los pescados más exclusivos de España.
Del mar a la sartén: cómo se come el raor
La fama del raor en Ibiza no se debe a elaboraciones complejas. Su carne es fina, delicada y sabrosa, lo que hace que la receta más popular siga siendo la más sencilla: raor frito en aceite caliente, sin más adornos que su propio sabor.
Los comensales locales aseguran que no necesita nada más para convertirse en un manjar. Sin embargo, su escasez en el mercado aumenta su valor. «Este año, de momento, han salido pocos», explican los vendedores, que dependen de la calma del mar para una pesca abundante.
Vinos de Formentera para acompañarlos
Un pescado con denominación sentimental
Aunque también se encuentra en otras zonas de la Península, como Almería, el raor no alcanza allí la notoriedad que posee en Baleares. En las islas, este pescado no es solo un alimento: es un símbolo de identidad gastronómica que cada septiembre despierta pasiones entre pescadores y gourmets.
La cofradía de pescadores de Ibiza y la de Sant Antoni son las que principalmente abastecen a la isla, y cada año mantienen viva esta tradición que une mar, mesa y cultura.