Beber agua es vital, pero ¿y si te estás pasando de litros?

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En plena ola de calor, la recomendación de beber agua se multiplica por todas partes. Pero, ¿es cierto que mientras más bebamos, mejor? La ciencia no lo confirma. De hecho, expertos en urología advierten que beber agua en exceso puede ser tan peligroso como no hidratarse lo suficiente.

“Una ingesta excesiva de agua puede provocar hiponatremia, un trastorno en el que los niveles de sodio en sangre bajan a niveles peligrosos, afectando la función celular y el equilibrio de líquidos”, explica el Dr. Juan Carlos Ruiz de la Roja, urólogo y director del Instituto Urológico Madrileño. “Los riñones tienen una capacidad limitada para eliminar agua; sobrepasarla puede causar edemas e incluso poner en riesgo la vida”.

El experto recomienda observar las señales del cuerpo. La sed es un mecanismo eficaz que no deberíamos ignorar. Además, recuerda que los alimentos naturales –como frutas, verduras o pescado– también aportan agua, por lo que no todo debe venir del vaso.

Gonzalo Ruiz Utrilla, biohacker experto en longevidad, añade que un exceso de agua puede diluir los jugos gástricos, entorpeciendo la digestión, y descompensar la bomba sodio-potasio, esencial para el buen funcionamiento de células y músculos. Su consejo: beber más durante el día, y menos cerca de la noche, para evitar interrupciones del sueño por necesidad de orinar.

beber agua embotellada
Tipos de agua embotellada

Beber agua embotellada

Otro factor poco considerado es la calidad y composición del agua embotellada. No todas son iguales. Las aguas minerales naturales, por ejemplo, tienen una composición constante de minerales y provienen de manantiales protegidos. En cambio, otras etiquetadas como “de mineralización muy débil” o “purificadas” pueden ser mejores para personas con restricciones de sodio, pero no siempre son adecuadas para deportistas o quienes necesitan más minerales.

Beber 1,5 o 2 litros al día puede ser una buena media, pero no es una norma universal. Cada organismo es diferente: clima, ejercicio, edad, alimentación o nivel de estrés influyen en nuestras necesidades hídricas. La clave, según los expertos, está en escuchar al cuerpo.

¿Una señal de que estás bebiendo bien? Si no sientes sed constante y tu orina es de color claro, probablemente estás bien hidratado. En cambio, si te obligas a beber sin sed o tomas grandes cantidades en poco tiempo, podrías estar dañando tus órganos sin saberlo.

Hidratarse sí, pero con cabeza. Ni obsesionarse ni descuidarse. Y, sobre todo, elegir bien el agua que bebes. Porque no todo lo embotellado es igual, y no todos los cuerpos necesitan lo mismo.

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