Dieta climática: comer bien y cuidar el planeta

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Gabriela Sánchez
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Aunque en primera instancia lo que comemos es una cuestión de salud personal, también tiene una repercusión social y climática. Es así que ha surgido la llamada dieta climáticauna propuesta de alimentación concebida desde España que hace frente al modelo alimentario globalizado, dependiente de la industrialización, la agroexportación masiva.

La idea, respaldada por Amigas de la Tierra y el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), plantea una transformación profunda, que pone en el centro la producción agroecológica, la autosuficiencia y la nutrición consciente.

Su eje principal no es una moda ni un gesto simbólico: es una respuesta técnica, cultural y ambiental a una triple crisis —climática, económica y social— provocada en gran parte por el sistema agroalimentario intensivo. Y es que  de hecho, el 37 % de las emisiones de gases de efecto invernadero en el mundo provienen de este sector.

dieta climática
 La diétoca climática deriva en un mayor consumo de legumbres (x3), más verduras (x2), así como menos azúcar (–50 %) y aún más de carne (–75 %)

¿En qué consiste la dieta climática?

El concepto defiende el consumo de un 99 % de la dieta proveniente de alimentos cultivados en España bajo prácticas agroecológicas, que además de saludables, reducen la huella de carbono en un 125 %. El argumento es que al dejar de emitir y generar nuevos sumideros de carbono (como suelos vivos y bosques regenerados),  una reducción que se estima  de un 34% menos, se revierte parte del daño acumulado. 

Tales estadísticas valdrían para evitar las emisiones anuales de unos 34 millones de coches. Mientras, en el plano nutricional, significa un mayor consumo de legumbres (x3), más verduras (x2), así como menos azúcar (–50 %) y aún más de carne (–75 %). El resultado es un menú equilibrado que aporta más fibra, hierro, antioxidantes y vitaminas esenciales, al tiempo que evita contaminantes como el cadmio. 

Los beneficios de la dieta climática

Pero el potencial de la dieta climática no termina en el plato. Según las investigaciones, su implementación impulsaría la fijación de población rural y generaría hasta 400.000 nuevos empleos en el campo español. De ahí que suponga una estrategia de salud pública, de reactivación territorial y de justicia ambiental en igual medida.

Así, España avanza hacia una alimentación que invita a reconectar con el origen de cada alimento, priorizar lo local y lo de temporada.

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Gabriela Sánchez