Ana Barrón: la enóloga que transformó Marqués de Vargas desde la raíz

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Cristina Ybarra
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Ana Barrón

Cuando Ana Barrón se incorporó a Marqués de Vargas en 2016, lo hizo con una visión tan clara como honesta: volver al origen. Su forma de entender el vino, alejada de artificios, la llevó a priorizar la salud del viñedo, la identidad del terruño y el equilibrio entre tradición y modernidad.

Nacida en Badarán (La Rioja) y formada en Logroño, Madrid y Burdeos, Barrón fue mucho más que una técnica brillante. Fue una pensadora de la viña, que escuchaba al suelo antes de intervenir y entendía que cada cosecha debía expresar su propia personalidad.

Un modelo de sostenibilidad en Rioja

Su mayor aporte fue impulsar una viticultura sostenible, orientada al futuro sin traicionar el pasado. Bajo su liderazgo, Marqués de Vargas obtuvo en 2023 la certificación Sustainable Wineries for Climate Protection (SWFCP), una de las más exigentes del sector, convirtiéndose en referente en prácticas responsables y trazabilidad en el campo.

Ana también inició la conversión progresiva del viñedo a ecológico, eliminando tratamientos agresivos y recuperando prácticas tradicionales como la cubierta vegetal o la vendimia manual. 

Creía que el vino debía ser “la consecuencia lógica de una buena viticultura”.

El vino como relato de la tierra

Ana Barrón no buscaba protagonismo. Su prioridad era que hablara el viñedo. Apostó por vendimias selectivas, fermentaciones cuidadas y crianzas respetuosas, dando lugar a vinos precisos, elegantes, con alma.

En su etapa, nacieron referencias con mayor proyección internacional y se consolidó la personalidad del buque insignia de la casa: el Marqués de Vargas Reserva, un vino que bajo su dirección ganó complejidad sin perder autenticidad.

Reconocimientos: enóloga del Año y referente en la profesión

En 2024 recibió el I Premio a la Profesional del Rioja, en reconocimiento a su labor y visión. Y en 2025, el crítico Tim Atkin la distinguió como Enóloga del Año, destacando su capacidad para “interpretar el viñedo con sensibilidad y coraje”.

Su trabajo se convirtió en un modelo para la nueva generación de enólogos: comprometidos con el clima, con la tierra, y con una manera más ética y real de elaborar vino.

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Un legado humano que trasciende la técnica

Compañeros de profesión y viticultores de la zona coinciden en que Ana dejó huella no solo en los vinos, sino en las personas. Humilde, meticulosa, generosa con su conocimiento, Barrón transformó también la cultura laboral de la bodega: más cercana, más colaborativa.

Pelayo de la Mata, el actual Marqués de Vargas, la definió como “energía, talento y alma de la finca”, y aseguró que “su legado sigue en cada botella y cada vendimia”.

Ana Barrón: la semilla que sigue dando fruto

Su temprana marcha dejó un vacío en el mundo del vino, pero también una dirección clara. La bodega continúa aplicando su filosofía, y muchas jóvenes enólogas la mencionan como referente.

Ana Barrón no fue una enóloga más. Fue una intérprete de la tierra, una mujer valiente en un mundo todavía desigual, y una artesana del vino que supo que la excelencia nace del respeto. Su legado es hoy una brújula para el futuro de la enología española.

“Un vino debe hablar de donde nace, sin necesidad de gritar. El trabajo del enólogo es no entorpecer ese mensaje”.  Esa idea resume su visión: ser invisible para que el vino brille.

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Cristina Ybarra