Té, mucho más que una bebida

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Ivette Sedeño
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Se dice que el emperador chino Sheng-Tun, allá por el año 2737 (a.n.e), acostumbraba a beber agua caliente para cuidar su salud. Un día, paseando por su jardín, se sentó debajo de un árbol del cual cayeron algunas hojas a su humeante bebida. El gran señor probó aquel brebaje de color marrón y olor penetrante el cual, para su sorpresa, encontró tonificante y agradable. Había descubierto por casualidad el Té.

Cierta o no la leyenda, el Té es hoy una de las infusiones más conocidas en el mundo, con una historia de uso milenario; ya sea como bebida refrescante, vigorizante, o para el tratamiento de diversas afecciones estomacales y nerviosas. Incluso han formado parte de las creencias religiosas, ocasionado guerras y originado ceremonias propias, como las que se practican en lugares tan distantes y diferentes entre sí como Inglaterra, Rusia o Japón.

Té: La hora inglesa

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Té, la hora inglesa

El té, popularmente asociado a Inglaterra, fue famoso en Portugal mucho antes de llegar a Londres. Fue Catarina de Braganza, princesa portuguesa y esposa del rey Carlos II, quien introdujo esta bebida en la corte británica en el siglo XVII. Inicialmente valorado por sus propiedades medicinales, el té se preparaba hirviendo hojas durante largos periodos y más tarde se combinó con azúcar, vino o licor. La costumbre de añadir leche surgió un siglo después.

La ceremonia tradicional del inglés de las cinco sigue un ritual preciso: hervir agua, precalentar la tetera, añadir una cucharadita por taza más una adicional, verter el agua caliente directamente sobre el té y dejar infusionar cinco minutos. La leche fría debe servirse primero en la taza para no alterar el aroma.

El té de las cinco se acompaña con dulces como galletas, pastelitos o mermelada, y en ocasiones especiales, con panecillos salados, sándwiches y otras delicias.

Ritual ruso

Un samovar es un hervidor de agua muy singular utilizado en Rusia para beber té. Los había en todas las formas posibles: redondos, cilíndricos y cónicos, de cobre o latón. Se empleaba gran tesón en cincelar cada una de las piezas que lo componían, que eran decoradas  con abundantes motivos y figuras.

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Samovar

Los samovares actuales, hechos de hojalata con resistencia eléctrica, contrastan con los tradicionales de carbón que se usaban para hervir agua y preparar té en Rusia. Sobre el samovar se coloca una tetera con un extracto concentrado de té, que luego se diluye con agua caliente del propio samovar al servirse.

El auténtico té ruso es el llamado té del bosque, elaborado con una mezcla de bayas secas, flores y hojas de plantas como jazmín, tilo, menta o arándano. Se utiliza una cucharada por litro de agua hirviendo.

Los rusos lo toman a cualquier hora del día, acompañado de dulces como pasteles, croissants, miel o confituras. Se sirve en vasos altos con asas metálicas, a menudo con una rodaja de limón.

Espiritualidad nipona

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Ritual del té en Japón

La ceremonia del té japonesa, surgida en el siglo XV, es un ritual espiritual influido por el taoísmo y el budismo zen. Su objetivo es la purificación interior a través de la preparación, presentación y degustación del té verde, siguiendo un estricto protocolo lleno de armonía.

Más que un acto social, es un proceso íntimo que requiere un entorno cuidadosamente elegido. Tradicionalmente se realiza en una casa de té (chashitsu) dentro de un jardín japonés, donde elementos como rocas, agua y vegetación fomentan la conexión espiritual con la naturaleza.

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Casa del Té japonesa.

La ceremonia del té japonesa completa (Cha-ji) es un ritual de hasta cuatro horas, profundamente codificado, que combina espiritualidad, arte y hospitalidad. Comienza con la purificación de los invitados, quienes acceden a la casa de té por un sendero, se lavan en una fuente y entran agachados como muestra de humildad.

Los invitados admiran el tokonoma, realizan reverencias y disfrutan de una comida ligera (kaiseki). Luego, tras una pausa en el jardín interior, se inicia el goza-iri, donde se presenta el arreglo floral y los utensilios del té. Se sirve primero el koicha (té espeso) y después el usucha (té ligero), siguiendo una estricta etiqueta con más de 300 movimientos codificados.

El ambiente se mantiene en completo silencio ritual, y tanto la vestimenta como la decoración deben reflejar armonía y sobriedad. Una versión simplificada dura una hora y se limita al servicio del té ligero.

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Ivette Sedeño