Casa Manolo, el bar donde se cocinó la Constitución de 1978

Casa Manolo, el bar donde se cocinó la Constitución de 1978
Casa Manolo, el histórico bar junto al Congreso, fue escenario de encuentros, debates y momentos clave durante la Transición y la gestación de la Constitución de 1978
Bar Casa Manolo Madrid
Casa Manolo
Jueves, Diciembre 4, 2025 - 19:00

Hay bares que, sin pretenderlo, se convierten en escenarios de la historia. Casa Manolo, a pocos pasos del Congreso de los Diputados, es uno de esos lugares donde lo cotidiano y lo trascendente se dieron la mano durante la Transición. No fue allí donde se redactó la Constitución palabra por palabra, pero sí donde se respiró, se debatió y se maduró la posibilidad de entenderse.

Su historia empieza mucho antes. Abierto en 1896 como Casa Isaac y rebautizado como Casa Manolo en los años 20 por Manuel Seijo- un gallego que regresó de Cuba con ganas de construir algo propio—, el local sobrevivió a guerras, dictadura y décadas de cambios sin perder su esencia de taberna madrileña. Con el tiempo, su proximidad al Congreso lo convirtió en un punto de encuentro involuntario para diputados, periodistas y funcionarios que buscaban café, conversación y un respiro.

Durante la redacción de la Constitución, la leyenda —esa que tantas veces supera los documentos oficiales— sitúa a los padres de la Carta Magna en un piso justo encima del restaurante, alquilado discretamente por el Congreso. Allí discutían artículos, limaban diferencias y abrían el balcón cuando el humo y la tensión se acumulaban. Y cuando las sesiones se alargaban, bajaban a Casa Manolo a comer, a seguir hablando con un tono más humano y menos rígido, a reforzar la convivencia que necesitaba aquel nuevo país.

La política también se escribe en bares

En las mesas de mármol del restaurante no se escribió el texto constitucional, pero sí se relajaron tensiones, se estrecharon lazos y se afinaron acuerdos. A veces, la política decide mejor con un plato caliente delante. Y Casa Manolo fue durante esos meses un refugio cálido en medio de un cambio histórico.

Su cocina sigue siendo la misma que entonces: croquetas de jamón, churros recién hechos, chipirones en su tinta, callos, carrillada… platos que han alimentado a generaciones. Se cuenta que Mariano Rajoy pedía chipirones antes de ser presidente, que a José Luis Rodríguez Zapatero lo animaron allí para presentarse a la Secretaría General del PSOE y que incluso parte de la crisis interna socialista de 2016 se vivió entre sus mesas. Durante el 23-F, algunos llamaron desde su teléfono de fichas para tranquilizar a sus familias.

A veces las cosas importantes no nacen en salones solemnes, sino en bares donde la gente se entiende mejor.

Hoy, Casa Manolo sigue exactamente donde estuvo siempre: con la misma barra, los mismos espejos, la misma luz de la mañana madrileña. Políticos jóvenes, periodistas veteranos, turistas que entran por azar y vecinos fieles comparten espacio sin saber, muchos de ellos, que están pisando un fragmento vivo de la historia reciente.

No es un museo, ni pretende serlo. Es un bar.
Pero también un recordatorio silencioso de que la democracia, a veces, se cocina entre cafés, conversaciones sinceras y unas buenas croquetas.