
Entre vino fino y manzanilla, no queda un solo hueco al sol en las terrazas de Jerez de la Frontera y su vecina Sanlúcar de Barrameda. De marzo a junio, las tardes con amigos y familia pasan volando. Por fin es primavera. Con unos aperitivos, alegres grupos se reúnen y añaden sillas a la mesa, celebrando que por fin han acabado las lluvias —tan necesarias— y que anteceden al sol abrasador que, en unos meses, coronará la torre campanario que observa a Jerez desde las alturas.
Para brindar por el clima favorito de los gaditanos, y sabiendo que estas semanas las calles huelen a incienso, los vinos de Jerez prevén el consumo de 1,5 millones de botellas de Fino y Manzanilla en un plazo de cuatro meses. Esta pareja se convierte en la elección preferida de los consumidores por su carácter refrescante y por ser el acompañante ideal de los aperitivos.
El ritual del Fino de Jerez y la Manzanilla de Sanlúcar
El Fino y la Manzanilla son vinos que se sirven entre 6 y 8 grados de temperatura, por lo que en los días más calurosos de la primavera calman la sed y contribuyen a un momento de lo más placentero.
Siguiendo el manual oral de los vinos generosos, siempre deben servirse en copa de vino blanco de cristal fino y cogerse irremediablemente por el tallo o la base, para evitar que la temperatura de las manos altere su frescura.
Son vinos que mantienen viva la tradición por su personalidad relajada, dulce y pícara, donde reina el equilibrio entre fortaleza y ligereza.
Gastronomía gaditana que se bebe, se come y se disfruta
En Cádiz, la gastronomía es una de las piezas clave del ocio primaveral. Por eso, entre vinillos de Jerez y Sanlúcar, las orillas del Atlántico claman que el licor sea acompañado de unos buenos aperitivos que balanceen perfectamente sus sabores. El equilibrio se encuentra entre el carácter seco de estos vinos y la sensación grasa de bocados como el atún en manteca ibérica o el queso curado de cabra.
Estos maridajes ensalzan la salinidad del vino y potencian la sensación salina al contacto con los lácteos, además de alimentar el retrogusto a frutos secos del atún. Las aceitunas IGP Manzanilla de Sevilla son el final perfecto, ya que asumen ambos sabores de notas secas y amargas, para poner el broche de oro.
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